Melilla

El Orgullo de Marlaska y la vergüenza de España

Está visto que lo importante no es lo que se canta ni lo que se hace sino quién lo canta o quién ejecuta

Cantar, lo que se dice cantar, se me da tan mal que a veces solo muevo los labios y hago playback, «alguien dicta en las sombras y tú solo mueves los labios», que cantaban Radio Futura en el tiempo en el que en los discos se podía decir zorra y maricón. Si pudiera haría lo mismo con la cara, un playback de cara será el nuevo lifting. Y un playback de cerebro, como el «Brian de Brian» de Miguel Ángel Martín. En la fiesta de Vox, un trío moñas que daba saltos durante el estribillo repetía «Vamos a volver al 36», no porque quisieran coger la máquina del tiempo, sino que advertían de que la actual política conduce a un escenario de confrontación y ese etc. Creo que fue Rufián el que los llamó «OBK fachas» y alguna voz de los que nunca se callan animó a la Fiscalía a que interviniera. A este ritmo o redoblan la Fiscalía o la dopan con farlopa, que sería otro estribillo molón a la par que pegadizo.

Cuando volvamos, si es que volvemos, a ese tiempo en que se podía ver, escuchar, escribir, filmar cualquier cosa sin poner un pie en la cárcel daremos por terminada esta segunda Transición de mierda que no desemboca. El grupo de la fiesta de Vox, Los Meconios se llaman, al cabo tampoco decían nada del otro mundo, eran simples como los éxitos de Cadena Dial, pero esos mismos que llamaban a intervenir a los geos defendían a Valtonyc cuando canturrreaba «que tengan miedo como un guardia civil en Euskadi», «que explote un bus del PP con nitroglicerina cargado» o «Sofía en una moneda, pero fusilada».

Aquí todo el mundo tiene la escopeta cargada de insultos punibles y así hasta que cierren las discotecas de reguetón por disforia de género. El reguetón olía a macho hasta que entraron las hembras, que es un poco lo del Aluha y las Mónicas, que las prefieren que no le quepan en la boca. Joder, y luego hacen talleres sexuales en los que aprender a acariciarse ¿con un peluche Mimosín?

Nadie debería sentirse amenazado, prohibido, apaleado, por lo que canta en la ducha o en la vulgar fiesta de la espuma de los días pero está visto que lo importante no es lo que se canta ni lo que se hace sino quién lo canta o quién ejecuta. A estas horas, las calles de España serían un enjambre humano que picaría al Gobierno porque, según el defensor del pueblo, el socialista Ángel Gabilondo, devolvió ilegalmente a 470 inmigrantes en el asalto a la valla de Melilla del pasado mes de junio. Claro, que no fue un ministro del PP el que dio el visto bueno, sino Marlaska, el hombre que tiene orgullo hasta para aplastar personas.