Pedro Sánchez
El mercadillo de los Presupuestos
«Sánchez agotará la legislatura y podrá decir que ha aprobado un presupuesto tras otro. La cuestión es el coste y lo poco recomendables que son algunos de sus socios»
Cuando era pequeño mi madre me llevaba a la lonja del pescado en la Barceloneta. Me gustaba mucho ver la subasta y me quedaba embobado con la rapidez con que se cerraban las transacciones. En las cajas estaba el pescado y marisco recién descargado de los barcos que faenaban en las costas del Mediterráneo. Otras veces la acompañaba, era algo más duro porque había que madrugar mucho, al mercado central donde se apilaban miles y miles de cajas con el producto que llegaba de los puertos españoles. Las negociaciones eran fascinantes. La clave era conseguir, como es lógico, un buen producto a un buen precio. Mi familia lleva en este negocio desde principios del siglo pasado. Luego desayunaba en el bar, donde las raciones eran muy generosas. Este recuerdo de mi juventud me viene al hilo de las negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado. Las he vivido como periodista, pero también en los tres ministerios en los que trabajé como alto cargo. No son difíciles, se trata de un mercadeo puro y duro en el que todo gira alrededor de lo que se quiere ceder para conseguir el apoyo.
Por supuesto, la situación es confortable cuando se tiene mayoría absoluta, aunque se corre el riesgo de ofrecer una imagen de prepotencia. Es el famoso rodillo parlamentario con que la izquierda mediática ataca al PP y que, en cambio, no critica cuando lo aplica el PSOE. Es lo que sucede actualmente con la percepción de la crisis económica, las incoherencias y los incumplimientos gubernamentales, la pobreza o los desahucios. Están para ayudar e impedir que el PP consiga llegar al poder. No hay que sorprenderse porque es lo que sucedió con Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y ahora con Pedro Sánchez, aunque en su día eran los más feroces e implacables antisanchistas. ¡Qué cosas se decían entonces, en público y sobre todo en privado, del actual presidente del Gobierno! En sentido contrario, es bueno recordar las campañas implacables e inmisericordes que sufrieron Adolfo Suárez, que luego fue elevado a los altares laicos como un gran estadista por los mismos que lo insultaban y menospreciaban en el Congreso; José María Aznar, su enemigo público número uno y objeto de los ataques más brutales; o Mariano Rajoy, que le pusieron todo tipo de calificativos desde el primer día hasta el último en que consiguieron el triunfo de la moción de censura. No hace tanto le tocó a Pablo Casado y ahora se dedican a Alberto Núñez Feijóo persiguiendo el estéril sueño de conseguir que no llegue a La Moncloa.
Los Presupuestos son muy fáciles de aprobar, solo depende de ceder, ceder y ceder. Hay un nivel razonable e incluso comprensible, pero en otras ocasiones resulta, simplemente, escandaloso. Nunca he dudado de que Pedro Sánchez conseguiría superar ese trámite parlamentario, porque sabe cómo comprar a Podemos, ERC, PNV y Bildu. Es más, si se pusiera en marcha, conseguiría ampliar todavía más esos apoyos. Es el gran mercadillo de la política nacional que nuestros «comerciantes» esperan con deleite para conseguir bazas electorales, inversiones o prebendas para sus representados. Los mayores expertos han sido siempre los nacionalistas vascos y catalanes que son los representantes de los intereses de las élites dirigentes de sus respectivas comunidades. Hay una línea de continuidad desde el periodo isabelino, ya que España era el mercado cautivo para los ambiciosos y despiadados empresarios que se hicieron inmensamente ricos y algunos hasta fueron ennoblecidos. Por otra parte, las desamortizaciones fueron, sin lugar a duda, la mayor corrupción masiva de la Historia de España. En los tiempos actuales, hemos visto lo que sucedió con Rumasa, las privatizaciones o el asalto a las empresas públicas. Nada que nos tenga que sorprender. Los sindicatos también se han llevado su parte del pastel. Mucha gente se enriquece gracias a los presupuestos, tanto del Estado como de las comunidades, las diputaciones o los municipios. Por supuesto, el sector público está al servicio de ese mercadeo. No hay más que ver como se enriquecen actualmente algunos productores de televisión.
Sánchez agotará la legislatura y podrá decir que ha aprobado un presupuesto tras otro. La cuestión es el coste y lo poco recomendables que son algunos de sus socios, como los comunistas, los independentistas y los herederos de ETA, la banda que hace unos pocos años mataba, secuestraba y extorsionaba. Por cierto, también a los dirigentes y militantes del PSOE. Los que menospreciaron al inquilino de La Moncloa se equivocaron, aunque muchos ahora formen su cuerpo de palmeros. Me hace mucha gracia constatar la vigencia de Quevedo:
«Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero».
El cheque de Sánchez, cosa que entiendo, sirve para contentar a los ministros y altos cargos de Podemos, a los socios parlamentarios y a los estómagos agradecidos. Los tiempos cambian, pero algunas cosas no lo hacen y estoy convencido de que no lo harán nunca. Y tiene más instrumentos, todavía, para intentar perpetuarse en el poder. A un luchador nunca hay que darlo por vencido.
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