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Hace apenas unas semanas, el mismo Iglesias reclamó desde Chile una Ley Audiovisual en la que se repartiera la titularidad de los medios de comunicación por cuotas

Pablo Iglesias lanzará su propia cadena de televisión online y, para ello, ha lanzado una campaña de crowdfunding para sus espectadores. De momento, la recaudación de fondos está siendo un absoluto éxito: en menos de 24 horas, se completó la primera ronda de financiación (100.000 euros) y ahora mismo está ejecutándose la segunda ronda (cuyo objetivo es superar otros 300.000 euros de aportaciones). Huelga decir que no se trata de sumas desproporcionadas de dinero si se aspira, como parece, a contar con platós propios y profesionales moderadamente remunerados.

Puede que a muchos les moleste que Iglesias consiga un altavoz más potente que el que ya tenía para divulgar unas ideas que reputen peligrosas para la sociedad. Y no es que no comparta esa preocupación –al igual que, imagino, otros sentirán disgusto de que algunos divulguemos ideas liberales que ellos juzgarán dañinas para una comunidad cohesionada y leal al poder estatal–, pero sinceramente: prefiero a Pablo Iglesias montando su propio medio de comunicación dentro del mercado audiovisual que atacando la libertad de prensa desde las tribunas políticas. No olvidemos que, hace apenas unas semanas, el mismo Iglesias reclamó desde Chile una Ley Audiovisual en la que se repartiera la titularidad de los medios de comunicación por cuotas: un tercio para los medios públicos, un tercio para los medios de organizaciones sociales y otro tercio para los medios privados. Sólo así, decía, se podía romper el control de los millonarios sobre la prensa y avanzar hacia una sociedad democrática.

El problema de esa ley, además de colocar una onerosa losa financiera sobre los hombros de los contribuyentes (para sufragar los medios públicos), es que establecería cuotas para la creación de nuevos medios de comunicación privados: si sólo puede haber un tercio de medios de comunicación privados, una vez se haya alcanzado el límite máximo, no podrían crearse nuevos medios privados salvo que, en paralelo, se incrementen los públicos y los «sociales no gubernamentales». Dicho de otro modo, si la Ley Audiovisual que plantea Iglesias estuviera hoy en vigor, probablemente él mismo no tendría permitido crear su medio de comunicación porque no habría «hueco» regulatorio (a menos que aspirara a lograr algún tipo de privilegio, claro). Por eso es mejor que Iglesias trate de romper el «monopolio mediático» compitiendo contra él desde el mercado en lugar de cercenando la libertad de prensa de todos los ciudadanos desde el Parlamento.