Guerra en Ucrania
Cómo caza el leopardo
Si tenemos que ir a conseguir una victoria absoluta en Ucrania sin tener en cuenta los previsibles efectos colaterales en Rusia, hagámoslo. Pero que sea como consecuencia de un análisis propio de la situación y su posible evolución
El asunto de los «tanques» de Ucrania ha provocado una inversión en la secuencia habitual del planeamiento de empleo de medidas militares. Normalmente se decide alcanzar un objetivo político y posteriormente se habilitan los medios operativos disponibles y cómo van a ser empleados en general. Con los carros de combate se ha determinado, previamente, entregarlos a Ucrania sin tener claro –más allá de endosar a ciegas las intenciones del presidente Zelenski– cuál es el objetivo final del bando occidental en este conflicto. Esto puede ocasionar consecuencias serias. Veremos por qué.
El carro de combate es un instrumento poderoso de guerra pero no está exento de limitaciones. La más grave de entre las operativas es que, aislado, esta indefenso ante ataques aéreos. Su despliegue requiere, como mínimo, lograr la negación del espacio aéreo al enemigo –evidentemente por otros medios– sobre el horizonte del carro. Otra limitación de los carros es de carácter logístico derivada del complejo mantenimiento que requieren en zona de operaciones y del sistema de suministro de combustible y munición que hay que organizar. Estos arduos inconvenientes han hecho que se venga debatiendo desde hace años la conveniencia de contar con ellos y que incluso, ejércitos prestigiosos como el holandés o los Marines norteamericanos hayan decidido deshacerse de ellos. Pero sin duda hay algo que los carros hacen bien: concentrados en número suficiente y acompañados de infantería mecanizada –es decir, que avanza protegida y a su misma velocidad– y contando con el espacio aéreo asegurado, tienen una capacidad tremenda de penetración ante un enemigo fuertemente atrincherado. Precisamente como están ahora los rusos en el Este y Sur de Ucrania.
Pero que los carros de combate sean –bien empleados- un instrumento de ataque no quiere decir que desde el punto de vista militar sean la primera prioridad en la ayuda a Ucrania. Los medios de defensa aérea sí que lo son, si es que por prioridad entendemos lo que hay que recibir primero. Si en algún momento los ucranianos llegan a agotar sus misiles antiaéreos –y otros medios de defensa aérea- disparados contra los misiles y drones rusos que están alcanzando objetivos civiles, las unidades de combate ucranianas en el frente quedarán sin protección, lo que permitiría a la aviación rusa establecer la superioridad aérea en todo el teatro. Esta aviación se ha mantenido hasta ahora en reserva para evitar pérdidas catastróficas ante la eficacia de la defensa aérea ucraniana. Si se agotara el armamento defensivo antiaéreo ucraniano al tratar de proteger sus ciudades, las tropas desplegadas en el frente quedarían a la merced de la superioridad aérea rusa, desvaneciéndose la ventaja táctica que han tenido hasta la fecha.
Para minimizar bajas, en general, los combates en Ucrania se están manteniendo a distancia de artillería, no de infantería. Por eso la segunda prioridad de apoyo occidental debería ser la munición y piezas de artillería de repuesto incluidos los cohetes HIMARS, antes que dotarle de carros y aviación. Pero la falta de un objetivo estratégico definido occidental en Ucrania hace que Zelenski imponga el suyo de recuperar todo el territorio perdido –no en 2022 sino el inicial del 2014– sin el debido análisis por nuestra parte. Sin una solución de compromiso para el Donbás y Crimea –tal como un federalismo como el apuntado en los acuerdos de Minsk– solo cabe buscar una victoria total sin tener en cuenta la posible desestabilización de la inmensidad de Rusia que ello conllevaría. La polémica de los «tanques» ha resultado en encaminarnos hacia ese objetivo, no como fruto de un análisis estratégico, sino más bien como consecuencia de la presión de nuestra opinión pública poco informada. Esta capacidad operativa eventual a conseguir –en el mejor de los casos– en un plazo mínimo de un año estará disponible a partir de la primavera del 2024 a no ser que se quieran utilizar carros diferentes sin la debida coordinación y adiestramiento. Estas operaciones ofensivas de blindados son siempre complejas al tener que combinar diferentes armas.
Si tenemos que ir a conseguir una victoria absoluta en Ucrania sin tener en cuenta los previsibles efectos colaterales en Rusia, hagámoslo. Pero que sea como consecuencia de un análisis propio de la situación y su posible evolución, no porque nos han solicitado –y nosotros le hemos enviado resignadamente– medios acorazados ofensivos.
El leopardo cuando sale a cazar observa primero, calcula sus fuerzas y decide su estrategia. Cuando ya ha decidido qué hacer, empieza a correr y si tiene suerte, logra clavar sus garras en la pieza y quizás así, coma. Deberíamos aprender de él.
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