Canela fina

Alarmante futuro económico de España

«Sin la acción positiva del Banco Central Europeo, la España del sanchismo habría suspendido pagos»

El gasto español en empleo público se acerca al 11% del PIB y supera ya los 150.000 millones. En un reciente artículo en El Imparcial dejé constancia de que el 54% del empleo creado tras la Covid ha sido público. Manuel López Torrents afirma en un espléndido comentario en El Español que «un país de funcionarios es un país sin futuro». Y escribe: «España ha sido sostenida estos años por el Banco Central Europeo. Sin esta institución, que es la que nos ha comprado la deuda pública, habríamos suspendido pagos». Y añade: «Nuestro país tiene un déficit estructural del 4%-5%, pese a los máximos históricos de recaudación fiscal, unido a una deuda sobre el PIB superior al 120%, que hacen de España una economía cuyos fundamentos no hay por dónde cogerlos».

El triunfalismo sanchista y la verborrea del presidente se estrellan contra la realidad. La fascinación por Venezuela de un sector de la alianza gubernamental y la persecución que padece la empresa española dibujan un horizonte más cercano a la América hispana que a la Europa en la que estamos integrados. La suntuosidad del gasto público, y no solo en el empleo, zarandea de forma alarmante el futuro de España. Que no podemos continuar con el despilfarro es una cuestión insoslayable, pero el sanchismo se escuda en el voluntarismo y esgrime cifras económicas que constituyen un sofisma. Unamuno arrojó sobre la dictadura blanda de Primo de Rivera los «escarabajos tozudos» de la realidad económica.

Como explica López Torrents en la próxima década se jubilarán el 50% de los funcionarios. Es una ocasión única para reducir drásticamente su número y establecer una política de austeridad en el gasto público que sitúe a España sobre el camino de la viabilidad. No estoy seguro de que se establezca esta solución. Si en el otoño próximo gana las elecciones el sanchismo se acentuarán las fórmulas venezolanas. Pero si triunfa el PP tal vez asistamos a más de lo mismo porque los partidos, casi todos los partidos, ponen el interés partidista por encima del bien general y se han convertido en agencias de colocación en favor de partidarios, parientes, amiguetes y enchufados.