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Los puntos sobre las íes

Alegría, hazte una rinoplastia

La ministra tiró de esta patraña asquerosa, que buscaba poner en la diana a una periodista decente y brillante

Lo de Pilar Alegría anteayer en el Senado merece figurar por derecho propio en la historia contemporánea de la ignominia. Me recordó a ese Vamos a contar mentiras, tralará que cantábamos de chicos. Servidor pensaba que era física y metafísicamente imposible mentir más que El Pinocho del Falcon, pero ahora me empiezan a surgir dudas. La ministra portavoz se estrenó en su comparecencia en la Cámara Alta con un embuste que certifica su incontrovertible condición de basura moral. Afirmó que la delegada de Okdiario en Aragón, Paula Ciordia, le preguntó en abril «con quién había dormido en el Parador de Teruel», el establecimiento hostelero del Estado en cuya Suite Principal pernoctó José Luis Ábalos el 15 de septiembre de 2020. Suite Principal que, tras la noche toledana del ministro con prostitutas colombianas y brasileñas, quedó peor que Roma tras el paso de Atila y sus hunos. Pilar Alegría mintió cual bellaca. Afortunadamente ese VAR de la verdad que es el material videográfico permite concluir, más allá de toda duda razonable, que nuestra periodista le preguntó únicamente: «¿Durmió usted aquella noche en el Parador de Teruel?». Vamos, que cumplió impecablemente con su obligación profesional de satisfacer el derecho de los ciudadanos a saber. Cierto es que jugaba con ventaja toda vez que el periódico que tengo el honor de dirigir conocía, más allá de toda duda razonable, que se había alojado allí la noche de autos. La ministra tiró de esta patraña asquerosa, que buscaba única y exclusivamente poner en la diana a una periodista decente y brillante, para declararse víctima de «un ataque machista». ¿Se puede ser más vil? Obviamente, no. Fue una doble falsedad porque ni le preguntamos eso ni, en consecuencia, recibió ataque machista alguno. Tanto el senador popular Alejo Miranda, la sensatez hecha persona, como su compañera Rocío Dívar, una oradora sencillamente extraordinaria, le hicieron caer en un sinfín de contradicciones. Como ésa en la que aseguró que «no pudo» oír nada toda vez que su estancia estaba lejos de la de Ábalos aquel 15-S. Le traicionó el subconsciente, ya que ella ha jurado y perjurado hasta la saciedad que ni hubo meretrices ni Ábalos arrasó la Suite Principal. «No tengo constancia de esos hechos», alegó imitando el célebre «no me consta» de María Dolores de Cospedal la misma mañana de 2013 en la que un servidor desveló el cobro sistemático de sobresueldos en negro en la cúpula del PP. Otra frase para la posteridad: «Soy responsable de mis silencios». ¿Qué quiso decir? ¿Que lo conoce todo pero prefiere callar para no ser esclava de sus palabras? ¿Que está protegiendo a un José Luis Ábalos que en plena campaña del PSOE contra la prostitución se iba de putas, mejor dicho, cuatro veces de putas en una sola noche? ¿Que encubre a un ministro que destrozó un establecimiento público como si fuera un hooligan del Liverpool borracho como un piojo? Las trolas prosiguieron cuando indicó que no podía dilucidar si «las mujeres» con las que «se cruzó» en el Parador eran «huéspedes» o meretrices. Olvida que el alojamiento se abrió expresamente para ellos. Yo pensaba que los que vaticinan que la Pinocha zaragozana es una seria candidata a la sucesión del autócrata confundían sus deseos con la realidad o se habían vuelto tarumbas. Contemplando su prodigiosa capacidad para la patraña comienzo a colegir que tal vez no sea una hipérbole. Entre tanto, yo le recomendaría que se haga una rinoplastia. Más que nada porque cuando mientes más que hablas siempre corres el riesgo de que la nariz se te ponga del tamaño de la trompa de un elefante.