El canto del cuco

La amnistía y los idus de marzo

Será difícil ocultar, con prolegómenos pacificadores, que la verdadera razón de la amnistía a los insurrectos catalanes es la «compra» de siete votos para seguir en el poder

Cuenta Plutarco que un vidente le había advertido a Julio César del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo. Ese día, cuando iba camino del Senado, César se encontró al adivino y le dijo riendo: «Ya han llegado los idus de marzo». Y el vidente le respondió con voz compasiva: «Sí, pero aún no ha acabado el día». Poco después, al llegar al Senado, César moría apuñalado a manos de los suyos, que le acusaron de tirano. Entre ellos estaba Bruto, al que tanto quería. César se había erigido en dictador perpetuo y había dictado varias leyes que concentraban el poder en sus manos.

Pedro Sánchez ni siquiera se atreve a ir al Senado. Lleva tiempo sin comparecer. Y va a todas partes bien rodeado de escoltas y de cronistas de confianza que le aseguran un relato complaciente. En los últimos días se multiplican las advertencias sobre los peligros que le amenazan después de la caída de Ábalos, que bien podría considerarse su Bruto particular. Diga lo que diga, tampoco puede fiarse de Puigdemont, con el que negocia los últimos detalles para salir del atolladero. El presidente sueña con esquivar los idus de marzo con la ley de Amnistía. Su aprobación tendrá la virtud, según sus cuentas, de reafirmar el apoyo de los socios de la investidura a su Gobierno y a su persona en el momento más difícil de su agitado mandato. Confía en que eso acallará a la jauría de la derecha que le persigue siguiendo el rastro hediondo de las mascarillas y otras corrupciones de su entorno cercano.

La aprobación, por fin, de esta ley, considerada por los mejores juristas inconstitucional, rechazada masivamente por el pueblo según las últimas encuestas y observada con fuerte reticencia en las instituciones europeas, servirá para retirar momentáneamente el foco de la corrupción de las mascarillas que ahora afecta de lleno a Francina Armengol, presidente del Congreso, y a varios ministros del Gobierno. Pero no deja de ser chocante que Sánchez aspire a salvarse de los idus de marzo echando mano de una norma que ha sido su concesión más controvertida y cuyo desarrollo jurídico está por ver, con permiso del, según parece, sometido Tribunal Constitucional. La Comisión de Venecia no ha dado el visto bueno y el Partido Popular Europeo se manifiesta en contra. Será difícil ocultar, con prolegómenos pacificadores, que la verdadera razón de la amnistía a los insurrectos catalanes es la «compra» de siete votos para seguir en el poder. Así que aún no han pasado los idus de marzo.