El buen salvaje

Del barco de Chanquete no nos moverán

Con lo bien que iba Sánchez y sus entrevistas, que solo había que juntar unas pocas letras para hacer un texto irónico y estúpido, y llega el lelo del PP para ponerlo complicado

Sánchez haciendo entrevistas es un presidente Alsina del revés, una caricatura de los periodistas a los que no tiene ningún respeto, un bocachancla sobrevenido, lo que tiene mucho mérito. Él se mira al espejo y ve a uno de sus ministros, Escrivá, por ejemplo, que estuvo sembrado explicando al jefe los números de tal manera que cualquiera podía entenderlos. Saber de números es más difícil que aprender inglés. Las entrevistas de Sánchez son un género que se aprenderá en las escuelas. El tío se pone delante del toro y se entrega como si le fuera la vida. Sánchez no tiene que transcribir sus entrevistas, que es lo más pesado. La grabadora que nos trae ese tono de voz que uno piensa que es de otro, por no admitir que es horrible. Cuando Sánchez se pone frente al espejo se escucha bien, se reconoce guapo que es el colmo de quererse: si alguien se gusta cuando se escucha puede decir que se adora.

Se habla poco de todo lo que hace el presidente. Sólo las entrevistas daría para unos pocos artículos, pero la oposición se lo pone difícil. Chanquete resucita. El PP tendría que hacerse el muerto pero le ha dado por vivirse, por ser Sánchez en un día ocurrente. La playa y eso. Por eso cambiamos de registro y de las sanchadas pasamos a otro ridículo. Las meteduras de pata del presidente son un asterisco en esta campaña.

Hay alguien entre los populares que quiere pasar a la historia por lelo, que se le reconozca cuando pasen los años por el tipo (o la tipa) que perdió unas elecciones por pasarse de listo cuando lo tenía todo a su favor. Alguien que se puso el disfraz de mago y no paró de sacarse cartas de la manga. Un día, verano azul; otro, la de Extremadura intentado hilvanar un discurso con muchos pespuntes. Y una vez resucitado Chanquete, por qué no Heidi y Marco. El lelo es único para atraer a nuevos votantes. Todo es modernidad.

El mayor de mis sobrinos está encantado porque vuelve el Gran Prix, que es Verano azul sin vaquilla. Ahí se nota cómo ha cambiado España. Hace veinticinco años no se ponían en entredicho los toros. Volver a Verano azul es vivir una gran mentira, una melancolía. El listo del PP pensó que se trataba de algo alegre y pasó por alto las toneladas de tristeza y de ridículo.

Con lo bien que iba Sánchez y sus entrevistas, que solo había que juntar unas pocas letras para hacer un texto irónico y estúpido, y llega el lelo del PP para ponerlo complicado, de tal manera que uno ya no sabe en qué orilla están los cachitos de hierro y cromo.