Al portador

Bildu y la excusa de la dura necesidad

«Otegi y Bildu buscan el ‘sorpasso’ al PNV y, al mismo tiempo, desean que Pedro Sánchez siga en La Moncloa»

Virgilio (70 AC-19AC), el poeta latino, en la Eneida, le hace decir a Dido, fundadora y primera reina de Cartago, que «la dura necesidad y la novedad del reino me obligan a adoptar tales medidas». Maquiavelo (1469-1527) utilizó la cita en «El príncipe» para justificar hasta la crueldad de un gobernante. Bildu, que algo sabe de crueldad, ha enredado –porque le convenía– la campaña electoral, incluida su «rectificación» posterior, que los más expertos en los asuntos de esa organización aseguran que estaba prevista de antemano. Sánchez no tenía calculada –no consta si estaba o no avisado– la repercusión de la iniciativa del grupo que lidera Arnaldo Otegi de colocar ex-etarras, siete de ellos con delitos de sangre, en las listas electorales. Bildu, que ha observado con cierta envidia al ERC de Oriol Junqueras, sueña con el «sorpasso» al PNV en el País Vasco y en todas sus instituciones, ayuntamientos, diputaciones forales y, por supuesto, en el parlamento y gobierno vascos. Otegi y sus estrategas calcularon, con acierto o no, que la inclusión de ex-etarras en las listas les daría más votos y que ahora, tras el escándalo y la indignación públicas, los siete más señalados digan que no ocuparán sus puestos si son elegidos, no les restará nada de la clientela a la que se dirigía la iniciativa.

La estrategia de Bildu ha complicado las cosas, quizá por el flanco que menos esperaba, a Pedro Sánchez, atrapado en su política de optar por «la dura necesidad» del apoyo de los de Otegi durante toda la legislatura y el temor a una desbandada de votantes socialistas en algunos lugares. El inquilino de La Moncloa, doctorado «cum laude», en eso sí, en equilibrios políticos imposibles, calcula seguir en el gobierno sostenido por sus múltiples, variopintos y radicales aliados, Bildu incluido. Otegi y los suyos no pensaban en Sánchez cuando incluyeron a ex-etarras en las listas, pero sí lo han hecho al dar marcha atrás a su manera. El líder aberztale ya fue «cazado» un día cuando explicaba, en su círculo interno, que con este gobierno lograban cosas imposibles con otros y que, por supuesto, deseaban –y desean– que siguiera. Sánchez ha tenido un contratiempo cuyo alcance ya se verá, pero para justificar sus alianzas volverá a aferrarse a la excusa de la «dura necesidad» de la que hablaba Virgilio.