Historias del mundo
La cerveza de Eduardo VIII
«Todo estaba listo para la coronación y en la centenaria cervecera se esmeraron en elaborar una bebida digna de un rey»
Todos merecemos una segunda oportunidad, aunque nos hayan abandonado en un húmedo sótano durante decenas de años. Incluso si nuestro destino, nuestro propósito último, nunca tuviera lugar y toda nuestra existencia no tuviera razón de ser. Es lo que le ocurrió a las más de 2.000 cervezas especialmente creadas para celebrar la coronación del rey Eduardo VIII en mayo de 1937. Todo estaba listo para el gran acontecimiento, y en la centenaria cervecera británica Greene King se esmeraron en elaborar una bebida digna de un rey para brindar por el gran día. Todo el país, con sus expertos en protocolo y pompa, llevaba casi un año preparando la proclamación del nuevo monarca. Sin embargo, meses antes, en diciembre de 1936, Eduardo decidió abdicar del trono para casarse con Wallis Simpson. Y es que resulta que su majestad el rey es también el gobernador supremo de la Iglesia anglicana. En aquel entonces no podía contraer matrimonio con una divorciada.
Más de 80 años después, y en los albores de una nueva coronación, asume el trono un divorciado casado con ídem. Pero el tema que nos ocupa es que en 2011, al cambiar un suelo en las bodegas de la histórica fábrica de cerveza ubicada en Bury St. Edmunds, en Suffolk, hallaron más de 50 cajas de esta inglesa ámbar que nunca vio la luz. Según cuentan en Greene King, la receta original tenía un 12% de alcohol y un rico sabor afrutado, fermentada con cebada y lúpulo británicos.
Tras limpiarlas del moho y telarañas acumulados durante décadas, dos cajas (unas 24 botellas en buen estado) serán subastadas el 5 de mayo, la víspera a la coronación de Carlos III. Así, 86 años después, podrán ser disfrutadas. El dinero que logren de esta puja tan especial será destinado a la ONG fundada por el rey Carlos III, The Prince’s Trust. El objetivo de la fundación es ayudar a jóvenes de 11 a 30 años de comunidades desfavorecidas. Aunque me temo que en la subasta habrá algún coleccionista que acaso las compre para guardarlas. Y una vez más, otra fría cava sea la nueva residencia de estas cervezas y nadie las recuerde hasta la próxima coronación de un rey en Reino Unido.
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