El trípode del domingo

Chandavila: «Aquello...sucedió»

El 27 de mayo, sobre un castaño, se apareció la Virgen Dolorosa a Marcelina.

«A las tres de la tarde del domingo 27 de mayo del año 1945, la niña de diez años Marcelina Barroso Expósito, acompañada de su prima (….)iba cumpliendo el encargo que le había mandado su madre…». Así comienza el relato escrito por D. Francisco Barroso Silva, testigo presencial de los acontecimientos que se produjeron a partir de aquel día. El lugar, Chandavila, perteneciente al municipio de La Codosera, situado al noroeste de la capital Badajoz, en la linde fronteriza con Portugal. Como escribe el Arzobispo de Mérida-Badajoz D. Celso Morga en el prólogo de la citada obra, «el autor, canónigo y organista durante mucho tiempo en la Iglesia Catedral, profesor de enseñanza religiosa y ante todo sacerdote servidor del pueblo de Dios, nos regala este precioso libro». Su título: Chandavila. «Aquello… sucedió».

Lo sucedido: que aquel 27 de mayo, y allí mismo, sobre un castaño, se apareció la Virgen Dolorosa a Marcelina. Ocho días después, el 4 de junio, se produjo un hecho que dará credibilidad a la aparición, al recorrer de rodillas un centenar de metros hasta el castaño con la Virgen presente en él, por un terreno abrupto y lleno de guijarros y espinos sin lesión alguna, ante el asombro de los muchos vecinos que había sido advertidos de la nueva aparición. Afra será otra amiga de Marcelina que se convertirá también en vidente superando su incredulidad inicial. En lo sucedido en Chandavila hay un mensaje «encriptado» de Teología de la Historia. Al otro lado de la frontera a hora y media por carretera se encuentra Fátima, donde la Virgen irá en 1917 durante la primera guerra mundial a pedir conversión, penitencia y el rezo del Rosario para acabar con aquella tragedia y evitar se produjera «una mayor», que sería la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ofrecer la gracia extraordinaria de impedirla mediante la Consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón por el Papa, no se cumplió su pedido, y en 1939 comenzó la Guerra. Acabaría en Europa el 8 de Mayo de 1945, y unos días después, el 27, la Virgen pasaba a España a pedir el rezo del Rosario y penitencia, para conseguir el perdón y la paz entre los hombres. Muy relevante que allí, el 4 de junio pidió que «tres meses después», –el 4 de septiembre–, de cada año, se celebrara una «misa de campaña» (misa militar), en la ermita que se construyera donde estaba el castaño. «Casualmente», el 2 de septiembre, Japón formalizaría su rendición y con ella terminó la Guerra Mundial. Desde entonces, en aquel precioso paraje, cada 4 de septiembre se celebra la misa pedida por Ella.