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El trípode

Charlie Kirk: ejemplar víctima de la cultura «woke»

Representantes demócratas en el Congreso de Washington se negaron a guardar un minuto de silencio por la muerte de Charlie Kirk

Trump ya ha anunciado la detención del presunto asesino del «influencer» trumpista Charlie Kirk, apenas conocido hasta ahora en España, y muy conocido en su país, EEUU. Un joven de 31 años muy popular y admirado en el espacio social y político del movimiento MAGA –«Make America Great Again» (Haz América grande, otra vez)–, popularizado por Trump en las primeras elecciones presidenciales de 2016 en las que obtuvo la victoria, y en las recientes de 2024 cuando volvió a La Casa Blanca, apoyado por él. Tan popular en ese espacio como rechazado por sus opositores, que en especial son los seguidores de la cultura «woke», en general ubicados en el espacio político de la izquierda y entre los votantes demócratas, oposición al partido Republicano y de manera destacada entre los antitrumpistas. El detenido como presunto autor es un joven de 22 años que, de confirmarse su autoría, podría ser condenado a la pena de muerte, vigente todavía en el Estado de Utah. Y que, para añadir más dramatismo a lo sucedido, al parecer habría sido delatado al FBI por su padre. Este dramático suceso ha convulsionado a la sociedad estadounidense, añadiendo más polarización y división a la ya existente. El atentado ha actualizado nuevamente el que experimentó el propio Trump el 13 de julio del pasado año, en plena campaña electoral presidencial; además de reabrir y agudizar el debate acerca de la posesión de armas de fuego por la población. Esa confrontación social y política ha tenido una clara expresión en dos foros políticos muy significativos, tanto en EEUU como en la UE, al negarse representantes demócratas en el Congreso de Washington a guardar un minuto de silencio por la muerte de Charlie Kirk. Y no es menos significativo que en el Parlamento Europeo se haya vivido una situación semejante al pretender hacer lo mismo como muestra de respeto y dolor hacia él y oponerse los progresistas. Lo que pone de relieve que la polarización estadounidense tiene en la propia UE una copia, una réplica, exacta y muy importante. Charlie Kirk sin duda era un joven políticamente muy «poco correcto» para una sociedad en la que lo «woke» se ha constituido en un auténtico dogma político –así definido por un tribunal de «la élite en la sombra», que debe ser aceptado sin discusión posible, para no ser expulsado –por los actuales progresistas inquisidores– del foro público tanto político como social. En España, gracias a la prohibición de posesión de armas entre la población, no son tan frecuentes estos casos. Pero la polarización social y política generada y alimentada por el sanchismo no está muy alejada de esas.