Política
2023
El personal ni se entera. Anda encelado en las conspiraciones de los fiscales, haciendo números con la desinflada moción de Pablo Iglesias, regodeándose en la reprobación que el Ayuntamiento de Zaragoza le ha endiñado a Echenique y especulando con los apretones que da Ciudadanos a una debilitada Cristina Cifuentes y no repara en lo esencial: tenemos Mariano Rajoy hasta 2023. No estoy en condiciones de garantizar que vaya a superar en La Moncloa los 13 años, 5 meses y 3 días que estuvo Felipe González, pero no le faltará mucho. No pongan cara de escépticos, porque basta echar mano de la calculadora. Los ministros, encabezados por Méndez de Vigo, salieron el viernes asegurando solemnes que la aprobación de los presupuestos ofrece un escenario de estabilidad y la gente sacó la conclusión de que se referían a la política española.
Es un error, porque estamos abocados a una legislatura tormentosa, en la que el PSOE de Pedro Sánchez va a hacer una oposición feroz, los zarrapastrosos de Podemos hilvanarán un número de circo con otro y los independentistas catalanes nos van a poner de los nervios. Lo único que se perfila firme, sólido, equilibrado y consistente es la figura del líder del PP, a quien los176 votos reunidos sumando a los suyos los de Ciudadanos, PNV, Foro Asturias, UPN, Coalición Canaria y Nueva Canarias, permiten ir preparando ya su reelección a finales de 2019, unos meses después de las elecciones autonómicas y municipales. Vistas las cifras del paro, la estabilización en 50 dólares del precio del petróleo, la evolución de los tipos de interés, los planes del BCE y la desaforada afluencia de turistas, parece seguro que la economía española estará bastante mejor dentro de dos años que ahora. Si en 2016, en una condiciones realmente adversas y dedicada a leer el «Marca», la «tortuga» Rajoy sacó 137 diputados, en 2019, aficionado a hojear el «Financial Times» como reflejan las cuentas, llegará a los 150. Metido en su caparazón, sin asomar la cabeza, sin aspavientos y a paso lento, volverá a ganar la carrera a todas esas «liebres» de la nueva política que se pasan el día dándole lecciones. Como el clamor para enviarlo al asilo es incesante, empezarán de nuevo en la prensa las especulaciones sobre su sucesión, pero Rajoy ha llegado ya a ese estado de ánimo en el que uno es incapaz de atisbar a alguien capaz de sustituirle. De no ocurrir un desastre de proporciones bíblicas, cuando cumpla 68, seguirá siendo presidente del Gobierno. Y me temo que con vocación de seguir hasta los 72 años. Al tiempo.
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