Iñaki Zaragüeta
A Díaz se le suben los humos
Nadie podía pensar hace tan sólo un mes que el neófito secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, podría de un plumazo eliminar de la faz del Partido Socialista Madrileño a su factótum, Tomás Gómez, con todo su poder en la organización y la fortaleza y legitimidad de haber sido elegido con mayoría abrumadora en primarias como candidato a la Presidencia de la Comunidad de la capital de España. Y sucedió. No sólo envió a su casa a quien se creía plenipotenciario de las esencias orgánicas, sino que se sacó de la chistera un relevo que ni siquiera es militante del puño y la rosa.
Con tal precedente, la presidenta andaluza, Susana Díaz, un cualquier otro preboste territorial del socialismo español, no debería venirse tan arriba frente al inquilino de la calle Ferraz, no fuera a ser que, dada la altura, el porrazo alcanzara tal dimensión que no pudiera sobreponerse. La prudencia recomienda no echar pulsos que puedas perder, y más cuando el rival presenta credenciales de noqueador.
Me refiero al rifirrafe entre Díaz y la Dirección Federal, provocado por aquella al subrayar que el PSOE de Andalucía trazará la hoja de ruta respecto a pactos poselectorales sin permitir interferencias de Madrid, una declaración que incluye la afrenta no sólo a Sánchez sino a la norma interna socialista de que los pactos se deciden en el Comité Federal. Sabido es que la califa tiene diferentes horizontes para acuerdos –le gusta la seducción de Podemos– a los proyectados, al menos en principio, por la nueva cúpula del socialismo español. El tiempo dirá por dónde les llevan los vientos. Lo que se diga ahora puede contar bien poco en el momento de la verdad. Así es la vida.
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