Angel del Río
A la alcaldesa Carmena le crecen los enanos
A Manuela Carmena le pusieron un circo municipal y cada día le crecen los problemas, los enanos. Cuando ella aceptó encabezar la candidatura de Ahora Madrid, no conocía a la mayor parte de sus concejales, pero con ella se ha hecho cierto el dicho bíblico de que «por sus obras les conoceréis». En poco tiempo ha ido sabiendo más de cada uno de ellos: desde los desafueros de la concejala de Cultura, con su cabalgata de Reyes, sus titiriteros y la impresentable interpretación de la Memoria Histórica, hasta el concejal tuitero, exculpado por la Justicia pero condenado moralmente por las víctimas del terrorismo, pasando por otro concejal que se toma con malos modos haber sufrido un escrache por parte de unos policías municipales, cuando lo cierto es que toma de su propia medicina. Y el último trago que ha tenido que beberse la alcaldesa, en otro de sus viajes, es la condena a Rita Maestre, su mujer de confianza en el Gobierno municipal. Se la ha declarado culpable de ofensa a los sentimientos religiosos, por lo que se le impone el pago de 4.320 euros, aunque se libra de la pena de cárcel.
Rita Maestre asaltó la capilla de la universidad y allí, según reconoce la sentencia, «se quitó la camiseta y se quedó en sujetador». Ella alegó que fue «una protesta pacífica y legítima». Menos mal que no llevó hasta sus últimas consecuencias ese grito de «protesta pacífica» que decía: «Vamos a quemar la Conferencia Episcopal». Puede que Rita no cometiera un delito de opinión, pero sí insultos a los sentimientos de quién sabe cuántos cientos de miles de católicos. La asaltacapillas, hizo una actuación desnuda de prejuicios y en sujetador. Cuando fue imputada y le preguntaron si dimitiría en caso de ser condenada, dijo que ya vería, que era una decisión que habría de tomar en grupo, por no decir de forma asamblearia. Su reacción tras conocer la sentencia no ha sorprendido a nadie: no dimite, se queda, no la moverán.
La alcaldesa, que debería saber más por jurista que por política, habrá aprendido que cuando un partido como Podemos nace contra la casta y después evidencia vocación de entrar en ella, está dando los pasos necesarios para formar parte de la misma, a través de esa asignatura pendiente de no saber, o no querer, conjugar el verbo dimitir en ninguno de sus tiempos. Carmena ha contemplado a su alrededor actos de nepotismo; contratos con la reducción necesaria para ser adjudicados directamente, sin concurso público; formas de eludir responsabilidades y actuaciones prepotentes. La alcaldesa no controla a su gente, no reacciona de forma contundente cuando le crean un problema detrás de otro. Permite que se lancen globos sonda sobre ocurrencias, que sólo buscan un titular, y que la inoperancia de algunos de sus ediles tenga paralizados proyectos urbanísticos vitales para la ciudad.
Rita Maestre es el último problema que le ha crecido a la alcaldesa bajo la carpa municipal. La condenada por ofender sentimientos religiosos es portavoz del Gobierno municipal. Ahora Madrid tiene ya su condenada, que no dimite, y sus compañeros de Podemos la apoyan. Con Iglesias hemos topado. Y Carmena, a esperar el próximo mamporro político para poner la otra mejilla.
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