Alfonso Ussía

A renunciar

La Razón
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Para no ser menos que el generoso Pablo Iglesias, que ha renunciado a ser vicepresidente del Gobierno de España, ayer dediqué todo el día a renunciar. La relación de mis renuncias no es breve ni baladí. Me puse en contacto con Ada Colau a la que transmití mi decisión de renunciar a la primera tenencia de alcaldía del ayuntamiento de Barcelona. Ada Colau se mostró consternada por mi renuncia, si bien se tranquilizó cuando le hice ver que mi abnegación era consecuencia de un meditado proceso de repudio al poder. Todavía con la emoción acelerando mi riego sanguíneo, me puse en contacto con el Jefe de la Casa de S.M. El Rey, Jaime Alfonsín, para proporcionarle el disgusto que, por otra parte, ya esperaba. «Jaime, hazle llegar al Rey mi renuncia a ser Infante de España». Me agradeció el gesto y nos despedimos cordialmente. Ya lanzado, llamé a Ana Botín. «Lo siento, Ana, y lamento proporcionarte este inesperado dolor. Renuncio a la vicepresidencia del Banco de Santander». «Me dejas de piedra», me dijo un segundo antes de clausurar nuestra conversación. Con motivo del artículo en el que elogié, con toda justicia, el espíritu conciliador y neutral de la República de San Marino durante la Segunda Guerra Mundial –sus ejércitos no participaron–, me fue generosamente concedida su máxima distinción, la Gran Cruz del Imperio Latino. He renunciado a ella, y en San Marino están que no se lo creen, literalmente asombrados. También he renunciado a la oferta de ser el representante en España de Karmele Marchante. No obstante, y para no faltar a la sinceridad que me caracteriza, me apresuro a reconocer que esta última renuncia no me ha dejado herida alguna. Creo que Karmele puede seguir triunfando en la vida sin mi colaboración y consejo. Pierdo, eso sí, el atractivo encanto de su cercanía.

Pero en las renuncias, como ha demostrado Pablo Iglesias, no valen las medias tintas. Hay que renunciar a todo. Y así, a las 16,45 horas de la tarde, me puse en contacto con Zidane: «De lo que hablamos el pasado lunes, nada de nada “Zizou”. Saca a Benzemá en mi lugar». Lo hice por el Real Madrid. Creo que Benzemá, hoy por hoy, está en mejores condiciones físicas que yo. De cualquier manera, viajaré a Barcelona por si Zidane me necesita en los últimos minutos como revulsivo.

A lo único que no he podido renunciar, por impedimentos contractuales, es a escribir mi artículo diario. La ventaja es que tendré más tiempo disponible, porque no ser Infante de España, ni Teniente de Alcalde de Barcelona, ni vicepresidente del Banco de Santander, ni verme obligado a viajar a San Marino, ni sentirme ligado a Karmele Marchante, ni saltar al «Camp Nou» en la alineación titular del Real Madrid, me deja más horas libres para dedicarlas a la familia. Por otra parte, y en el apartado de «pequeñas renuncias», también he presentado mi dimisión del Consejo Regulador de Sombreros en España, del Comité de Asesores de Femen, del Jurado del Premio de Poesía «Juan Carlos Monedero», y de la vicepresidencia de la Asociación del Distrito de Chamberí de Amas de Casa, asociación a la que me siento muy íntimamente ligado desde su fundación.

Cuando un político de la talla de Pablo Iglesias, demuestra públicamente que es capaz de renunciar a la vicepresidencia del Gobierno de España, hay que seguir su estela de generosa resignación. Está en el Nuevo Testamento: «Reparte todo lo que tienes, y sígueme». Y yo he decidido seguir a Pablo, ejemplar en sus renunciamientos y en la defensa de los hombres de paz injustamente perseguidos por la Justicia.

Así que firmo el artículo, y acudo raudo a visitar a Alfon y posteriormente a viajar por carretera a Jaén para llevarle un libro de Miguel Hernández al compañero Bódalo. A eso, no puedo renunciar.