Actores de verdad

En Hollywood, la meca del cine que ayer celebró la entrega de sus premios más conocidos mundialmente (nada que ver con la cutrez de los Goya), sólo se considera que un actor es grande cuando pasa por el exigente mundo de Broadway, es decir, cuando hace teatro. Muchos de los actores españoles que hoy hacen cine o televisión no han pasado por esa difícil prueba y sus actuaciones dejan mucho que desear, sólo aportan una buena «percha» y una publicidad que da excesivo culto a la belleza corporal y a la juventud (enfermedad que se cura con lo años, como dijo el poeta). Los grandes actores y las grandes actrices de nuestro teatro actual, que se pueden contar con los dedos de las manos, aparecen poco en las producciones españolas que luego desaguan en los premios Goya. Julia Gutiérrez Caba, Sacristán, «El Brujo», Asunción Balaguer, Lola Herrera, José Luis Gómez, Amparo Baró, Emilio Gutiérrez Caba, Ramón Langa, Carlos Hipólito y algunos pocos más que no cito por falta de espacio no son habituales de las películas españolas. Y, entre ellos, a mi juicio, destaca un poco por encima José Pedro Carrión, el mejor intérprete español de Shakespeare, y de quien escribió Manuel de Blas (otro grande de nuestra escena) que «Carrión me gusta hasta cuando lo hace mal». Acabo de ver «Hécuba» y tengo que disentir del crítico de teatro de nuestro periódico sobre la actuación de Carrión en esta obra. En el tiempo en que está en escena, hable o no, la obra adquiere una dimensión dramática que pierde en otras escenas en las que está ausente. Pero, si les digo que su formación estuvo tutorizada por William Layton, Miguel Narros (ambos desaparecidos) y por José Carlos Plaza (el director de esta obra), tres monstruos de nuestra escena, y que sus primeros pasos los dio con el TEI, los espectadores de mi generación entenderán por qué afirmo que José Pedro Carrión es hoy el más grande de los actores de teatro de España. ¿Para cuándo una rebaja del IVA para la manifestación artística más antigua de la humanidad?