Ahora Madrid
Ana, Mercedes, Manuela y los amores estivales
Antes se llamaba de «José Antonio» y ahora de «la Constitución» pero ese paseo de tiempos anteriores al tráfico rodado siempre fue conocido por los sevillanos la «Avenida» a secas, antonomasia que ha sobrevivido a la proliferación de bulevares y espacios anchos del urbanismo hodierno. La gente, ese concepto, suele estar por encima del revanchismo en forma de pellizquitos de monja con los que nuestra izquierda ha sustituido a la revolución eternamente pendiente (y que siga así). En el callejero de Madrid revisitado por Manuela Carmena, y comentado con apabullante profusión, ha aparecido el nombre de una andaluza por completo extraordinaria: Mercedes Formica, abogada y feminista adelantada a su tiempo que sacó a la mujer de las tinieblas jurídicas con un «aggiornamento» concienzudo de la legislación franquista, que hasta su intervención las trataba como a menores de edad. Ana Camelo, concejala del equipo de gobierno de Cádiz cuya cumbre intelectual llegó el día en que decidió teñirse la pelambrera de azul, justificó la retirada de su busto por la militancia en Falange de la letrada: una exigua «i» las separa más que cualquier sutileza ideológica. Será que el Ayuntamiento madrileño ha decidido homenajear a una gloria fascista, será que la alcaldesa ingenia pequeñas maldades con las que poner en un brete a Podemos, ahora que sus relaciones son tirantes, o será simplemente que alguna mente preclara intenta sembrar algo de raciocinio en el erial de sectarismo y burricie en el que se ha convertido la política española. Recién llegado de Londres, donde las estatuas de los reyes y los regicidas comparten plaza, es obligatorio condolerse por la desdichada tierra en la que hasta las coplillas carnavalescas buscan escarnecer a quien piensa distinto.
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