Ely del Valle
Años por delante
O mucho cambian las cosas y además en poco tiempo o el Gobierno de Puigdemont no llegará vivo al Día de Difuntos. De momento, y mientras espera instrucciones de la CUP, el president no parece muy dispuesto a convocar elecciones. Si su inmovilismo continúa, el Ejecutivo de Rajoy tomará las riendas del Gobierno de Cataluña, que no es lo mismo que suspender la autonomía por mucho que la maquinaria secesionista le dé a la manivela de la propaganda hablando de pérdida de libertades, de sometimiento y de humillación. Ahora, las preguntas que se plantean son fundamentalmente dos: qué capacidad operativa van a tener los ministros que se harán cargo de las consejerías si el Parlamento catalán sigue durante seis meses más con la misma composición de mayoría independentista que tiene ahora, y si se va a poder desmontar todo el andamiaje sobre el que se sustenta el independentismo radical e insumiso.
A la primera la tendrán que contestar los expertos en Derecho Constitucional y de Administración Autonómica. A la segunda, seguramente podemos contestar todos, y la respuesta es «no». Han sido décadas de una minuciosa deconstrucción de la Historia, de adoctrinamiento y de moldear una realidad paralela a la que es muy difícil sustraerse cuando se vive inmersa en ella. No es verdad que los gobiernos centrales hayan exacerbado el independentismo a base de ponerle palos en las ruedas: lo han hecho, sí, pero permitiendo que se saltaran la legalidad tacita a tacita y gota a gota.
Tantos años de tolerancia con quienes se han burlado sistemáticamente de las leyes han creado tal confusión que ahora son muchos quienes consideran que es un escándalo que se apliquen. No sabemos cuántos años harán falta para deshacer el camino andado, pero lo que sí parece obvio es que ni por tiempo ni por su propia aplicación, el 155 va a resolver el fondo del problema.
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