Ministerio de Justicia
Ayer Pujol, mañana Mas
Mañana a las 9:00 empezará en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña el interrogatorio del ex presidente de la Generalitat Artur Mas y de las ex conselleres Joana Ortega e Irene Rigau, acusados de desobediencia y prevaricación por mantener la consulta independentista del 9-N pese a su suspensión por el Tribunal Constitucional. Más de 15.000 personas arroparán a los tres acusados, protegiéndoles como un escudo humano para impedir que físicamente puedan llegar al tribunal. ¿Empieza la desobediencia? No, hace años que se practica en Cataluña, y lo de mañana no será más que un nuevo paso en la burda comedia impostada que representan unos actores con malvadas intenciones y muchos recursos. El desafío separatista irá in crescendo en los próximos meses, la radicalidad se visibilizará en las calles y en «Madrid» se harán los sorprendidos. La «operación diálogo» iniciada por el Gobierno español deberá mudar titulares por «Aplicación artículo 155» y los burgueses que han jugado a patriotas de salón pondrán sus barbas a remojar. Harán bien.
¿Es la primera vez que sucede? No, en Cataluña ya llevamos décadas en que los nacionalistas se pasan la justicia por el arco del triunfo y el nacionalismo siempre sale victorioso con la agitación callejera. El 30 de mayo de 1984 «una impresionante y multitudinaria manifestación acompañó a Jordi Pujol detrás de su coche oficial desde el Parlamento de Cataluña hasta la plaza de Sant Jaume». Se leía al día siguiente en una crónica de «El País», firmada por uno de los voceros bien pagados del régimen separatista, un tal Pepe Antich. Más de 300.000 personas, según cifra facilitada por los convocantes, se congregaron como acto de desagravio por la querella presentada por la Fiscalía General del Estado, dirigida por Jiménez Villarejo, conocida como «Caso Banca Catalana». En aquella performance separatista, cuando Pujol apareció en el balcón, se pudieron escuchar los gritos de «Pujol, president; Catalunya, independent», custodiado por miembros de la Policía autonómica, que cuidaron por primera vez del desarrollo de una manifestación y de la seguridad de las autoridades. Durante el trayecto, algo más de 1.000 metros, miles de esteladas eran exhibidas por los manifestantes que mostraban su enojo ante la judicialización de la vida política y la acusación de corrupto que pendía sobre Pujol. «Mis primeras palabras», dijo Pujol desde el balcón de la Generalitat, «son para daros las gracias. Gracias por esta extraordinaria manifestación con la que apoyáis a las instituciones de Cataluña, no a mí, y sobre todo porque apoyáis a Cataluña. Cataluña no es una cosa con la que se pueda jugar», apostilló. «En adelante», añadió, «de ética y moral hablaremos nosotros. No ellos». Mañana, Artur Mas repetirá las mismas palabras de su mentor, maestro y amigo. Pujol y Mas están seguros de que se librarán de la cárcel, porque el nacionalismo les da inmunidad. Yo de La Moncloa les daba doble ración de ética y moral hasta en el carnet de identidad (español).
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