José Antonio Álvarez Gundín
Aznar y Maura
José María Marco, al que debemos uno de los retratos más perspicaces de Azaña, ha publicado una sorprendente biografía de Antonio Maura (Editorial Gota a Gota) cuya principal virtud no es tanto la deconstrucción del personaje para servirlo de forma digerible a los nuevos lectores, cuanto su reconstrucción como fundador de la derecha moderna. En realidad, Marco oculta, tras el decorado biográfico, una gran sorpresa: el asombroso paralelismo entre Maura y Aznar, que comparten no sólo vicisitudes vitales, sino también un papel protagonista en la historia del conservadurismo español. Maura tuvo la lucidez de insuflar en la derecha el espíritu de 1812. La empresa no fue muy diferente de la que dirigió, casi cien años después, José María Aznar tras recoger de Manuel Fraga el testigo conservador. En esa reformulación ideológica y estratégica se dan la mano ambos dirigentes y así como la España de entre siglos fue sacudida por el ideario regeneracionista de Maura, la España de hoy no habría vivido la década prodigiosa de 1996 a 2006 sin el reformismo de Aznar. De hecho, el centro derecha tiene en Maura al último dirigente al que sus adversarios dejan gobernar democráticamente, pues quienes le siguieron (Dato, Lerroux o Gil Robles) fueron defenestrados con malas artes. Habrá que esperar a Aznar para que un gobierno conservador agote dos legislaturas. Por lo demás, ambos políticos tienen en común la obsesión reformista de la Administración, la apuesta por la descentralización y dotar a España de peso internacional. También llaman la atención otras coincidencias biográficas, como que los dos sobrevivieron a sendos atentados y que dejaron el Gobierno marcados por graves episodios: la Semana Trágica y el 11-M. Por supuesto, a Maura la izquierda le distinguió con un odio patológico tan intenso como el que hoy le profesa a Aznar.
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