José Ramón Pin Arboledas

Bien está lo que bien acaba

Bien está lo que bien acaba
Bien está lo que bien acabalarazon

Era por los años noventa cuando ejercía de concejal de Personal del Ayuntamiento de Madrid. Había que renovar el convenio con los trabajadores. El de los funcionarios con la Junta de Personal y el de los laborales con el Comité de Empresa (que al final son muy, pero que muy parecidos). En el segundo punto de la nueva redacción incluimos la obligación de ir a una mediación o arbitraje ante el atasco de las negociaciones. No sé si sigue el punto en ese convenio, pero Iberia ha demostrado la utilidad de procesos similares. Aunque critiqué a la dirección de IAG por su postura, ahora debo rectificar. La aceptación de la mediación antes que los sindicatos fue un signo de inteligencia.

Nuestro sistema sindical, como el electoral, ha quedado obsoleto. Por ejemplo todos los empleados se benefician de los pactos estén o no afiliados al sindicato. Entonces, ¿para qué afiliarse? En otras regulaciones todos los empleados deciden si se afilian o no y, a partir de ese momento, pagan una cuota. No hay liberados, son expertos del sindicato, pagados con las cuotas, los que negocian. Por eso los sindicatos viven de las cuotas, no de los presupuestos del Estado. Otra diferencia es la caja de resistencia. Un fondo salido de las cuotas que paga a los trabajadores en huelga parte de su salario. Así no lo pierden del todo al reclamar sus derechos y los sindicatos son más responsables, pues se juegan su dinero al convocar huelga. Por contra, la ley de Cogestión da un papel significativo a los sindicatos en el gobierno de la compañía.

Pero mientras no se cambia el modelo, bien está lo que bien acaba. Me parece que la postura de unos y otros, mediador incluido, es una buena señal. Ahora hay que pensar en el futuro de la compañía. En la gestión el peso es para los directivos, pero sin olvidar que los sindicatos y los empleados deben ser escuchados y actuar con responsabilidad. El sector no está fácil. Las compañías ajustan mucho sus costes y los sindicatos lo saben. Por eso, es de esperar que el mediador haya triunfado.