Ángela Vallvey
«Black»
Francisco Verdú Pons, ex consejero delegado de Bankia, fue el único que no utilizó las «tarjetas black» de deplorable memoria. Su ejemplo ha sido esgrimido por la Fiscalía como prueba de que se puede decir «no» a los chanchullos y pudriciones de la cosa pública, igual que es posible decir «no» a las drogas y al mal vivir en general. Porque lo «normal» no tiene por qué ser lo oscuro, ni en la tarjeta ni en el alma. Paco Verdú es poeta, y algunos apuntan a su «especial sensibilidad» para, en cierto modo, justificar un comportamiento que se saldría del orden común y corriente, que preferiría la cuenta corriente a la poco corriente pero desaseada de lo «black». Como si hiciera falta ser una persona muy rara y original para resistir a la tentación del dinero astroso, manchado e inmundo, fácil y calentito. Lo que no les resulta comprensible es que un señor se niegue al trinque cuando le habían asegurado que podía hacerlo con libertad e impunidad. Algunos creen hasta sospechoso que un hombre se atreva a rehusar al tocinazo de la pasta tostada, la pringue del saqueo despótico al pequeño ahorrador, frito a impuestos y comisiones para que los señoritos puedan seguir derrochando en juergas, chuches propias de la decrepitud de su espíritu, caprichos de una parienta histérica, viajecitos horteras o trabajadoras del amor, todo lo cual «tax free & for free». O sea: que tenía que ser poeta, por lo menos, el tío extravagante que renunció a cometer los excesos que todos los demás, en tromba, gozaron en la cochiquera de su indignidad. Como si lo usual fuese que las personas ordinarias sean chorizas por naturaleza y no puedan evitar meter la mano hasta el sobaco en salva sea la parte del erario público o bancario... Y no al revés.
✕
Accede a tu cuenta para comentar