Francisco Nieva

Bobaditas

Bobaditas
Bobaditaslarazon

Cultura popular. Hubo un auge del arte naif a partir del éxito del Aduanero Rousseau, el Miguel Ángel de «lo naif», reconocido y alabado por toda la vanguardia de su tiempo. Se le prestó un mar de atenciones al arte de los niños, por lo que tiene de poesía irracionalista y chocante. Paul Klee se colgó de esta aspiración a la sorpresa estética y realizó algunos dibujos geniales, verdaderamente atractivos y enigmáticos, y que alcanzaron una elevada cotización galerística, la bobadita genial, el irracionalismo popular, todo eso era «cultura» y refinamiento sensorial. "El «niño tonto» cuanto más tonto, más sorprendente y espectacularmente paradójico: – «¿Qué nos han enseñado hoy en la escuela?» – «Que el hombre desciende de Darwin».

Un sobrino mío me pidió que le escribiese la palabra LOCOMOTORA, y cuando la miró, me dijo – «¿Y dónde está el humo?». Creía que las palabras escritas eran también pictografía, al igual que un egipcio antiguo.

Una tarde vi salir del cine a unas buenas amigas, secando con un pañuelo sus mejillas húmedas: –«Hemos visto una película muy bonita y lo hemos pasado muy bien, nos hemos hartado de llorar». – «Pero, ¿qué cosas habéis visto, que os han hecho llorar así?» –¡Cosas borrascumbres!» –«¡Ah, ya! Cumbres borrascosas».

–«¿Quieren ustedes merendar?», le pregunté a mis dos amigos. –«No, muchas gracias. Antes de venir éste y yo, nos hemos comido sendos bocadillos. Y digo sendos, porque eran de jamón».

–«A ver, niño: ¿Qué sabes tú del emperador Carlos V?» –«Que vino de Flandes con un saquito de flamencos». «Has leído mal, chiquillo. No es un saquito, sino un séquito de ilustres acompañantes cortesanos». –«Ya me parecía a mí raro que todos cupieran en un saquito». –«Y ¿quiénes son esos flamencos?». –«De esos que bailan zapateando mucho en las juergas». «No estás tú muy enterado, niño».

La ignorancia como pozo de sorpresas hilarantes y la poesía del sinsentido. ¿Quién inventa la letra de un corro de niños? ¿Son ellos o un adulto burlón y malicioso que goza de verse difundido en los parques por la más pueril chiquillería? Nada más absurdo y bobito que «el corro de la patata».

«Al corro de la patata,

comeremos ensalada,

lo que comen los señores,

naranjitas y limones».

En el juego del escondite, el que se apoya en la pared para no ver, recita esta graciosa letanía, antes de buscar al grupo de participantes.

«Uni, doli, treli, catoli,

quine, quineta,

estaba la reina en su silleta,

vino Gil,

apagó el candil.

Candil, candol,

Cuéntalas bien,

que las veinte son».

Rupturas de sistema, fonéticas sorpresas y rimas absurdas.

Alguien quiso cantar popularmente la pasión de Don Alfonso XII, difundido por la infancia mimética en sus corritos de esparcimiento.

«¿Dónde vas Alfonso XII,

dónde vas, triste de ti?

Voy en busca de Mercedes,

que ayer tarde no la vi».

Y ahora viene a darle –de sopetón– la mala noticia, con la que conmover y disgustar superiormente al enamorado Don Alfonso:

«Pues Mercedes ya se ha muerto.

Para, y mírala pasar.

Encima de la caja

un pajarito va

cantando el pío-pío

cantado el pío-pa» .

Hay que ser «un fresco» sin escrúpulos para dictar una cosa así. Distante y fría, pero no menos impactante y conmovedora, si cabe. El pajarito que canta sobre el féretro de la reina Mercedes es un gran toque de originalidad evocativa y melancólica. Insensata ruptura, poética bobada que se hizo inmensamente popular en el Madrid de la Restauración. La cantaban desde las Maritornes de patio hasta las lavanderas del Manzanares. Letrilla histórica y anecdótica, con un alto sabor ambiental. Agujero en el tiempo, ensueño hacia atrás...

Federico García Lorca adopta el sinsentido expresivo y poético del cante andaluz:

«Callad, no lloréis ninguna.

El Amargo está en la Luna».

También yo quise enseñar a unos niños un corro chistoso y absurdo para cantar en Recoletos o en el Prado:

«La P, que es la pala

le pega a la O.

La O, que es redonda,

que es panda y es monda,

que come de fonda,

pasea en landó,

se marca la onda,

juega al dominó...

Y si algo le pides,

siempre dice no».

Mi particular bobadita no tuvo éxito, el genio loco de los niños no la admitió, por demasiado sofisticada y literaria. ¿Qué me arguyen ustedes?