Caciques

Sevilla, Real Madrid, Atlético y Barça, triunfadores. Caciques de la Champions que se sobreponen la fatalidad: Jordi Alba aguantó diez minutos antes de recaer de aquella lesión que sufrió con España. Otro contratiempo, el de Piqué, relevado por unas molestias. Al final de la primera parte, que Agüero vio desde el banquillo –después salió diez minutos–, dos bajas, equilibrio entre el Barça de Luis Enrique y Ter Stegen y el City de Guardiola y Bravo, más un resbalón –el de Fernandinho, que facilitó el tanto de Messi– y un solitario gol.

Después todo cambió y fue a peor para Pep, que no encuentra equipo ni manera de ganar a un rival español. Bravo falló en la entrega y fuera del área despejó con la mano el que iba a ser gol de Suárez. Roja. El MC, con diez y Messi, al trote, metió el segundo, y el tercero, otro regalo. No había más color que el azulgrana, destacado con el 4-0 de Neymar tras marrar un penalti.

En Rusia, donde combaten el frío con litros de vodka y los futbolistas, según lo rumbosos que sean, juegan con guantes y manga corta, el Atlético prosiguió con su ascenso en la tabla de calidad. A su fervor defensivo añade ahora una proyección en ataque propia de los equipos grandes, esos que no especulan, con armas y fe suficientes para jugar los partidos en el medio campo contrario. Así lo planteó ante el Rostov, con jerarquía, mandón, apertura de juego por las bandas, presión alta y una estimulante intención de victoria que el tiempo y el transiberiano colocado delante de Dzhanaev demoraron... Hasta que acertó Carrasco, quién si no. Es individualista, pero como mantiene ese idilio con el gol se le puede perdonar el egoísmo, si soluciona los partidos.