Ely del Valle

«Campañaexit»

La Razón
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Hoy volvemos a las urnas después de una campaña que empezó siendo atípica por reiterativa y ha terminado con el Brexit como último gancho para rascar la voluntad de los indecisos.

El terremoto político y financiero provocado por el país que siempre se ha caracterizado por conducir al revés que el resto de los mortales, se convirtió el viernes en monotema del cierre de campaña eclipsando otros mensajes, algunos bastante llamativos, que los líderes había intentado colar los días anteriores.

Sánchez, por ejemplo, se olvidó de su última promesa de dar permiso de trabajo y residencia a todos los ilegales, para echar la culpa de la deserción británica a la «derecha irresponsable y a los populismos» revitalizando así su mensaje de la pinza que es el que viene utilizando para movilizar a los suyos. Rivera echó mano del manido eslogan de la medalla del amor para proclamarse «más europeo que ayer pero menos que mañana»; Iglesias, que no puede evitar citarse a sí mismo cada vez que quiere dar ejemplo de patria y democracia, recordó su primer discurso como europarlamentario cuando dijo «mirándoles a los ojos a los euroescépticos» (sic) que el corazón de Europa es el antifascismo, y Rajoy, con Soraya al fondo bailando la Gozadera, volvió a lo suyo, a la economía, para alertar del desastre que supone lanzarse en brazos de referéndums cuyo objetivo es dejar que los ciudadanos resuelvan con un simple sí o un no cuestiones complejas.

Todos y cada uno acomodaron el terremoto europeo a sus intereses electorales, que es lo mismo que hoy harán con los resultados que arrojen las urnas. Dentro de unas horas sabremos lo que hay y si los números permiten o no formar gobierno. Mientras tanto, Mariano, Pedro, Pablo y Albert cruzan los dedos para alejar de sí mismos el fantasma del «Cameronexit», el del líder que creyéndose invencible ha terminado saliendo por la puerta de servicio.