Pilar Ferrer
Cándido Méndez tutela la transición a la nueva UGT
Alejado de la primera línea, apartado de las funciones ejecutivas pero tutelando en la sombra la transición hacia la nueva UGT. Así es la nueva vida de Cándido Méndez desde que hace dos años decidiera dar un paso atrás y ceder todo el poder a las Federaciones del Sindicato. Salpicado por casos turbios económicos y judiciales, con una sustanciosa baja de afiliaciones, el hombre que ha liderado la Unión General de Trabajadores desde 1994 cierra toda una etapa de su vida. «Está cansado y con ganas de ceder el testigo», aseguran personas de su entorno. No obstante, reaparece en este primero de mayo y acaba de cerrar con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, una nueva reforma laboral que potencia el protagonismo sindical en las empresas.
Aunque oficialmente sigue siendo el Secretario General de UGT, hace ya tiempo que Cándido Méndez está en un paulatino retiro y decidió traspasar todos los poderes al llamado triunvirato ejecutivo: las tres Federaciones de Industria, Metal y Función Pública, auténtica matriz del sindicato y las más numerosas en afiliados. «En ningún caso me presentaré a la reelección y no intervendré en la sucesión», ha dicho Méndez en esta época final. Los máximos responsables de estas Federaciones, en especial la del Metal que aglutina las grandes empresas del automóvil, tejen en estos momentos toda una red que culminará en el año 2016, fecha del Congreso que elegirá a la nueva Ejecutiva del sindicato. «Hace tiempo que Cándido se ha ido, ya no podía más», dicen sus todavía hombres de confianza.
Los escándalos de algunos dirigentes históricos, como el madrileño José Ricardo Martínez o el asturiano José Ángel Fernández Villa, han contribuido a esta retirada. La expulsión de más de mil liberados, a través de un ERE que levantó ampollas, fue otro duro trance que pasó Méndez. «Todos los males vienen de ahí», reconocen actuales dirigentes de UGT que vaticinan un cambio de escenario radical. La retirada de las ayudas a los cursos de formación, acometida por el Gobierno del PP, frena en seco lo que ha sido un auténtico coladero de financiación encubierta. «Se pretende una renovación total, en un escenario muy difícil», dicen fuentes ugetistas. Cuentas limpias y mucha transparencia, con poder delegado en las Federaciones industriales.
Dentro de este nuevo escenario, la última contribución de Méndez y su equipo ha sido el acuerdo con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, para que las centrales acaparen toda la capacidad de negociación en detrimento de los comités de empresa. Un gesto hacia UGT que llevan trabajando Cándido y Sánchez desde hace meses con mucha discreción y que ha cristalizado en esta nueva reforma laboral presentada por el líder socialista. Un guiño a la izquierda que refuerza a los sindicatos tradicionales, UGT y Comisiones Obreras, les otorga más poder, crecimiento de ingresos y número de delegados sindicales en las empresas. «Méndez y Pedro lo llevan perfilando desde hace tiempo para afrontar la nueva etapa», dicen fuentes del PSOE y del sindicato. Añaden que las relaciones entre el partido y su sindicato hermano son ahora mucho más fluidas que con Alfredo Pérez Rubalcaba.
La sucesión de Cándido está abierta y alejada de cualquier miembro de la actual Ejecutiva Confederal. «Tienen que salir gentes nuevas, muy de empresa, con un gran líder del sector del Metal», opinan destacados ugetistas al destacar el decisivo poder sindical en el sector de la automoción. «Los grandes acuerdos se han firmado con la Ford, la Renault y compañías similares, al estilo del modelo alemán», añaden. Por ello, en esta nueva etapa el poder real del sindicato estará en manos de las Federaciones mucho más que en la Ejecutiva, cerrando así un ciclo que inició Nicolás Redondo y heredó su sucesor, Cándido Méndez. Sobre posibles nombres de futuro nadie los aventura, aunque suenan con fuerza algunos dirigentes territoriales como el asturiano José Luis Alperi, el gallego José Antonio Gómez el extremeño Francisco Capilla.
Ha sido precisamente Extremadura el lugar escogido por Méndez para reaparecer en público, tras varios meses de mutismo absoluto y estar prácticamente desaparecido. Con motivo del uno de mayo y para entregar en Mérida unos premios en el Día de la Seguridad y Salud Laboral. Hasta entonces, se ha mantenido en un discretísimo segundo plano, dejando las apariciones públicas al número dos de UGT, el valenciano Toni Ferrer, o el portavoz confederal, Miguel Ángel Cilleros. Desde que anunciara su abandono y negativa a la reelección, la vida del todavía secretario general ha sido «una dimisión en diferido», según fuentes de su entorno. Dónde sí se le ha visto más a menudo es en los locales del barrio madrileño en que reside, incluso haciendo algunas compras como periódicos y libros, dicen algunos vecinos de la zona. Su mujer es una persona muy discreta y sus dos hijos varones trabajan fuera de España.
Su gran amigo en el PSOE fue siempre José Luis Rodríguez Zapatero, con quien se ve a menudo. El día que resultó elegido presidente del Gobierno, Cándido pronunció una frase: «Éste es el líder que España necesita». Nacido en Badajoz, extremeño de pro, siempre fue un poco visionario, hasta que se marchó a hacer la mili a Ronda. Allí engrosó las filas de los llamados «boinas verdes», una especie de infantería que le dejó dos marcas: Una, en el hombro izquierdo, a raíz de un ejercicio de entrenamiento. Otra, la de un compañero que le dijo: «No me gusta tu cara de progre trasnochado». Y es que Cándido, entonces de rostro gélido y delgada figura, dormía poco. Algo que no ha variado con los años. Es insomne sin remedio y gusta de leer o ver cine por las noches.
El secretario general de UGT llegó a la vida sindical con dieciocho años, en Jaén. Ingeniero técnico especializado en química metalúrgica, fue diputado en el Parlamento andaluz y en el Congreso. Su vida cambió al conocer a Nicolás Redondo, su gran mentor, a quien sucedería en abril de 1994. Desde entonces, no ha dejado el puesto desde esa arcaica organización que preside las Centrales Sindicales en España. Se dejó la barba en sus años de juventud, se compró un coche de segunda mano, un piso en Vicálvaro y un reloj de marca, según él dice, réplica de un modelo de lujo que le intentó regalar un compañero italiano, que él no aceptó. Frente a todo tipo de rumores, en su entorno aseguran que lleva una vida muy sencilla, sin lujos o excesos. Amigo personal de Zapatero, rechazó su oferta de entrar en el Gobierno. Siempre ha preferido influir desde fuera, rodeado de un núcleo duro en UGT. Los críticos le reprochan no haber adaptado el sindicato a los nuevos tiempos y un cierto seguidismo hacia su colega de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo. Para sus defensores es un hombre honesto, que ha sabido retirarse a tiempo. Explican que los escándalos de José Ricardo Martínez con las tarjetas «black» de Caja Madrid, y la fortuna aflorada por el histórico asturiano José Ángel Villa «le hicieron sufrir mucho».
Le gusta la música y es seguidor de la saga «Crepúsculo». Pero ni los vampiros pueden impedir el ritmo de los nuevos tiempos. «Llevamos tiempo madurando los cambios, es preciso una nueva UGT adaptada a la nueva Europa y con fuerte restricción económica», reconocen en la actual Ejecutiva Confederal. Este primero de mayo será el último para Cándido Méndez, en clara fase de salida.
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