Alfonso Ussía
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Hay una paga extraordinaria pendiente y unas vacaciones por delante. No es el momento de exigir la inmediata dimisión o la expulsión instantánea de los concejales Mayer y Mato. Un poco de caridad nunca sobra. En el código ético de Podemos se contempla el «cese inmediato» de todo aquel, que representando al partido en un cargo público, sea imputado por la Justicia. Mayer y Mato han sido imputados por un delito de malversación de fondos públicos, a espaldas de la alcaldesa de Madrid y de los servicios jurídicos del ayuntamiento. Se enfrentan a penas de inhabilitación e incluso, de cárcel. Pero no es el momento de mandarlos a paseo. Con una paga extraordinaria pendiente de recepción y unas vacaciones a la vuelta de la esquina, exigir su dimisión o su expulsión de acuerdo a su código ético se me antoja un desenlace muy poco cercano a la caridad y la paciencia. Es probable que hayan reservado, a cuenta de esa paga de vacaciones, el apartamento en primera línea de playa, el alquiler de la sombrilla y la adquisición del cocodrilo hinchable para navegar sobre las tímidas olas mediterráneas. Y no descarto que también la primera paella en el chiringuito más caluroso de la costa. De preferir, tanto ella como él, la montaña para disfrutar de sus vacaciones, lo mismo de lo mismo. Reserva en hoteles o albergues rurales y de excursiones senderistas en pos de paisajes esplendorosos con los consiguientes guías especializados que, con todo su derecho, perciben una cantidad de dinero a cambio de sus servicios. Si la imputación por un delito de malversación hubiera tenido lugar en el mes de febrero, por poner el ejemplo de un mes absurdo, la exigencia de dimisión sería tan lógica como consecuente. Pero con anterioridad a la paga extraordinaria y las vacaciones veraniegas, esa solicitud de dimisión o cese oculta una perversidad a todas luces hiriente y de pésima educación. Se paga la extraordinaria, se recibe la extraordinaria, se disfrutan las vacaciones, y en septiembre ya veremos. Mar o montaña, que para el caso, lo mismo da.
La prometida de Pablo Manuel, doña Irene María, y la sustituta de la alcaldesa, doña Rita, han defendido a ultranza la honestidad y buenos oficios de los concejales imputados. Es cierto que se pasaron por sus respectivos arcos del triunfo las normas y los pasos a los que estaban obligados por el protocolo municipal para disponer del dinero público. Pero son jóvenes e impetuosos. He recordado la sabia respuesta del director de un famoso equipo ciclista vasco cuando fue preguntado por la impaciencia de uno de sus corredores, que siempre se escapaba en los primeros kilómetros de las etapas, y a mitad de trayecto era alcanzado por el pelotón. Y no respondió en latín, sino en el lenguaje llano de su comarca guipuzcoana. «Porque es muy joven, joé, y le pican mucho los pelotones». Pues eso. Desde los ámbitos de la metáfora, a Mayer y Mato le picaron mucho los pelotones, se escaparon con precipitación, se gastaron el dinero sin permiso, contrataron a personas ajenas a los servicios jurídicos del Ayuntamiento para cargarse el Máster 1000 de Tenis de Madrid y responsabilizar al PP, y han sido alcanzados no por el pelotón, sino por la Justicia. Malversadores de dinero ajeno. No es bonito, lo sé, pero tampoco es bonita la inoportunidad de la exigencia de sus dimisiones.Un poco de caridad, y paciencia. Estoy seguro de que en septiembre, Mayer y Mato, se irán del ayuntamiento por iniciativa propia, faltaría más. Aunque, claro, en Navidad hay otra paga extraordinaria y más días de vacaciones. Seamos pacientes hasta enero, que tampoco hay que ponerse demasiado tiquismiquis.
Para mí, que son víctimas maltratadas.
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