El desafío independentista

«Catalán Psycho»

La Razón
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En la siempre recomendable página «Dolça Catalunya», se conoce a Rufián como el «Catalán Psycho», título ganado por la agresividad y contundencia con la que se encaró a sus rivales por ir primero en las listas, llegando a la agresión mediante la dialéctica de los puños (aunque sin pistolas), según nos desveló hace unos meses la revista separatista «El temps». El mote hace referencia al personaje de la novela de Bret Easton Ellis «American Psycho», que describe los episodios en la vida de un yuppie enloquecido de Manhattan.

Rufián fue diseñado para montar el chiringuito nacionalista «Súmate», invento de ERC para timar con el proceso separatista a los catalanes con raíces en el resto de España. Todo su personaje obedece a esta consigna: chulo barriobajero, castellanoparlante, aparente seguidor del «RCD Espanyol» (equipo que siempre se ha distinguido por ser antiseparatista) y nieto de emigrantes jienenses a los que saca a relucir de forma permanente sin motivo.

Conocido por sus discursos cargados de odio en modo «twitter», se considera un «charnego» deshinbido y es exhibido cual mona de feria como ejemplo de la asimilación de gentes sin apellidos ni sangre catalana en la futura república catalana, una vez la derecha corrupta heredera de Convergencia desaparezca.

Rufián es una apuesta personal del presidente de ERC, Oriol Junqueras, un líder supremacista que durante años se promocionó en TV3 y semanalmente escribía una columna en el periódico «Avui», donde coincidió con el «Molt Honorable» Puigdemont. Con fecha 27 de agosto de 2008 publicó un tremendo artículo titulado «Proximitats genètiques» para resaltar la «curiosidad que los españoles tengan más proximidad genética con los portugueses que con los catalanes». El artículo, toda una declaración de principios raciales, mencionaba las conclusiones de un estudio del Medical Center del Erasmus University de Rotterdam, y donde se analizaban las «similitudes y las diferencias genéticas» entre los 23 grupos de población más numerosos de Europa. Señalaba también que en España las diferencias genéticas eran «entre españoles y catalanes», porque «los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles». El genetismo es inherente a la ideología nacionalista. Su moderno padre, Pujol, sentenciaba en 1976: «El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual». No deja de sorprender que Rufián, un andaluz genéticamente puro según el canon nacionalista, se haya adherido también al racismo nacionalista, cuando hace poco señaló en una entrevista que el ministro Fernández Díaz «no es catalán».

Es significativo que en Santa Coloma, el pueblo de Rufián, sólo le votara el 5%. Pero el Estado hace años dejó de existir en Cataluña y los jóvenes han crecido con el odio hacia todo lo español a través de un sistema educativo que es la piedra angular del nacionalismo, donde cualquier rufián se puede convertir en un «Catalán Psycho», ejemplo de la peculiar genética separatista, aunque sus ancestros sean de Jaén.