Santoral
¿Qué santo se celebra hoy, 25 de mayo? Esto es lo que debes saber del santoral de la Iglesia Católica
Hoy los católicos conmemoran a San Beda el Venerable un erúdito y a Santa María Magdalena de Pazzi que vivido la fe con estigmas
Hoy, sábado 25 de mayo, el santoral de la Iglesia Católica conmemora a varios beatos y santos que han formado parte de la historia del cristianismo. Además de ser una forma de honrar a los santos y beatificados, también sirve como una guía para los católicos, que pueden encontrar inspiración en las vidas y obras de estos santos.
Los santo de hoy del Santoral de la Iglesia Católica, sábado 25 de mayo son:
- San Beda el Venerable
- San Gregorio VII papa
- Santa María Magdalena de Pazzi
- San Aldelmo
- San Canión de Atela
- San Dionisio de Milán
- San Dionisio Ssebuggwawo
- San Genadio de Astorga
- San León de Troyes
- Santa Magdalena Sofía Barat
- San Pedro Doan Van Van
- San Zenobio de Florencia
- Beato Gerardo Mecatti
- Beato Gerio de Montesanto
- Beato Jacobo Felipe Bertoni
- Beato Nicolás Cehelski
El periódico La Razón destaca a los siguientes santos:
San Beda el Venerable: Historiador y Doctor de la Iglesia
San Beda el Venerable, nacido en 672 o 673 y fallecido en 735, es una figura clave en la historia eclesiástica y la teología cristiana. Su vida y obra, especialmente la "Historia Eclesiástica del Pueblo Inglés", le han asegurado un lugar perdurable en la historia. A continuación, exploramos su vida, su legado y por qué sigue siendo una figura relevante hoy en día.
Infancia y formación monástica
Beda nació en el territorio que hoy conocemos como el monasterio de Wearmouth y Jarrow, en Northumbria. A la temprana edad de siete años, sus familiares lo entregaron al monasterio bajo la tutela del abad benedictino Biscop, y más tarde, de Ceolfrid. Este entorno monástico fue su hogar y lugar de aprendizaje durante toda su vida.
Vida en el monasterio
Dedicó su existencia a la oración, el estudio de las Escrituras y la disciplina monástica. Fue ordenado diácono a los 19 años y sacerdote a los 30, bajo la guía del obispo San Juan de Beverley y el abad Ceolfrid. Durante su vida monástica, Beda se dedicó a la enseñanza, la escritura y la interpretación de las Escrituras, dejando un legado de erudición y devoción.
"Historia eclesiástica del pueblo inglés"
La obra más famosa de Beda, escrita en 731, es la "Historia Eclesiástica del Pueblo Inglés". Esta crónica documenta la historia del cristianismo en Inglaterra desde la llegada de San Agustín de Canterbury hasta la época de Beda. La precisión y la meticulosidad de Beda en la recopilación de datos históricos y su interpretación crítica de las fuentes han sido elogiadas por los estudiosos a lo largo de los siglos.
Últimos días y legado
Beda vivió una vida de relativa paz y devoción en su comunidad monástica. En su carta al obispo Egberto, Beda revela que ocasionalmente visitaba amigos, pero por lo demás, permanecía en su monasterio. Su discípulo Cuthbert documentó sus últimos días, destacando la constante búsqueda de conocimiento de Beda incluso en su lecho de muerte. Murió el 26 de mayo de 735, dictando una traducción del Evangelio de San Juan.
El título de "Venerable" fue añadido a su nombre poco después de su muerte, reconociendo su santidad y erudición. En 1899, el Papa León XIII lo proclamó Doctor de la Iglesia, celebrando su fiesta el 27 de mayo.
Obras y contribuciones
Además de su obra histórica, Beda escribió extensamente sobre cronología, exégesis bíblica, himnografía y gramática. Sus comentarios sobre las Escrituras y sus tratados teológicos fueron fundamentales para la educación monástica y la formación de clérigos en la Edad Media.
Influencia y reconocimiento
La influencia de Beda se extendió mucho más allá de su tiempo y lugar. Su moderación, amabilidad y gran visión lo distinguieron entre sus contemporáneos. Aunque los monasterios del norte de Inglaterra fueron devastados por las invasiones danesas poco después de su muerte, su legado perduró en la erudición y la liturgia.
La vida y legado de Santa María Magdalena de Pazzi
Santa María Magdalena de Pazzi, una de las figuras más místicas y extáticas de la historia de la Iglesia Católica, dejó un legado espiritual que perdura a lo largo de los siglos. Su vida, marcada por visiones, éxtasis y una profunda devoción, continúa inspirando a los fieles. Nacida en una familia noble en Florencia el 2 de abril de 1566, su camino espiritual comenzó desde temprana edad y culminó en su canonización en 1669.
Primeros años y vocación
María Magdalena de Pazzi, bautizada como Catalina, mostró desde niña una inclinación hacia la espiritualidad. A los diez años, recibió su Primera Comunión y poco después hizo un voto de virginidad. Su primer éxtasis, ocurrido en 1578, marcó el inicio de una serie de experiencias místicas que le otorgaron el sobrenombre de "la extática".
A los 14 años, Catalina ingresó en el monasterio de las Damas de San Giovannino con la condición de recibir la comunión en los días festivos, algo inusual en su tiempo. Esta experiencia fortaleció su vocación, llevándola a unirse a las carmelitas de Santa María de los Ángeles en 1582, donde encontró la respuesta a su llamado divino.
Vida monástica y experiencias místicas
El 3 de enero de 1583, Catalina tomó el hábito carmelita, comenzando su noviciado con fervor. Poco después, una enfermedad misteriosa la llevó a hacer sus votos en 1584, en un acto lleno de devoción a pesar de su debilidad física. Este fue el inicio de una serie de éxtasis diarios que durarían hasta su muerte.
Durante estos éxtasis, Catalina experimentó profundos encuentros con lo divino. El 24 de marzo de 1585, en la vigilia de la Anunciación, San Agustín grabó en su corazón las palabras "Verbum caro factum est""El Verbo se hizo carne". Poco después, recibió estigmas invisibles y un anillo místico de Jesús, sellando su unión espiritual.
Misiones y pruebas
Fue llamada a una misión especial, la renovación de la Iglesia y de la vida religiosa. Aunque inicialmente reacia, obedeció y escribió cartas a altos prelados y siervos de Dios, instándolos a la reforma. Este período de su vida, conocido como "el lago de leones", fue una prueba de cinco años de arduo trabajo y obediencia.
En 1592, tras la muerte de su madre, Catalina fue testigo de su alegría en el purgatorio. Su propio sufrimiento no hizo más que intensificar su amor y devoción. En 1595, asumió el cargo de Maestra de novicias, dedicándose a formar a las jóvenes en el espíritu de Cristo.
Últimos años y legado
El 24 de junio de 1604, experimentó un rapto de amor que marcó el fin de sus éxtasis y el inicio de un período de "desnudo padecer" que duró hasta su muerte en 1607. Murió el 25 de mayo, rodeada de sus hermanas religiosas, quienes rezaron junto a ella el Símbolo de San Atanasio, una profesión de fe en la Santísima Trinidad.
Apenas un año después de su muerte, su cuerpo fue encontrado incorrupto, y comenzaron los procesos de beatificación que culminaron en 1626. Su canonización llegó en 1669, y su fiesta se celebra el 25 de mayo.
Obras y doctrina
Aunque Santa María Magdalena no escribió personalmente, sus experiencias y revelaciones fueron documentadas por sus hermanas en cinco libros principales:
- "Los Cuarenta días"
- "Los Coloquios"
- "Las revelaciones e inteligencias"
- "La prueba"
- "Renovación de la Iglesia"
Estos escritos reflejan su profunda espiritualidad y su intensa relación con lo divino.
Su mensaje central se basa en la idea de que "Dios es amor" y "el amor es Dios", un amor que ella sintió y expresó con una intensidad irresistible. Su vida fue un continuo martirio de amor por las almas y la Iglesia, abrazando la "locura de la cruz" y ofreciendo su sufrimiento por los pecadores.
Impacto y actualidad
La espiritualidad de Santa María Magdalena de Pazzi sigue siendo relevante hoy en día. Su mensaje de amor divino, pureza y dedicación total a Dios resuena con fuerza. Su vida es un testimonio de la capacidad del amor divino para transformar y elevar el espíritu humano, invitándonos a todos a sumergirnos en la profundidad del misterio divino.
Santa María Magdalena de Pazzi, a través de su vida y enseñanzas, nos llama a un compromiso valiente y fervoroso con la fe, inspirándonos a vivir con una devoción ardiente y un amor incondicional hacia Dios y la Iglesia.
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