Nacionalismo
Cataluña para niños
Mi hijo se me acerca y pregunta, atención, por Cataluña. Qué pereza, debería hacerme la sueca. De hecho le respondo taciturna, frente a su globo terráqueo: «Estos días, Cataluña es como el Sol. Los demás planetas giramos alrededor de lo que pasa allí.»
-Mamá, no te disperses, te pregunto cuál es la realidad de Cataluña, puedes contestarme como a un adulto.
Dicho lo cual, se marcha por donde había venido. Me preparo entonces un discurso aproximado para pseudoadolescentes, y así se lo explico luego: «Sabes quién es Carles Puigdemont, ¿verdad? Él y su gobierno pretenden independizarse de España el 1 de octubre con una consulta que es, en realidad, una votación ilegal. El fin no justifica los medios, ya lo sabes. Cataluña está endeudada y, en los últimos años de crisis, sus gobernantes han ido tapado el problema económico. ¿Cómo? Pregonando su deseo secesionista. Ellos se autodenominan víctimas del Estado español, de ése que les roba. Su desobediencia a Madrid ha llegado a ser total. La realidad, hijo, es que Cataluña es una tierra riquísima, valiosísima, hermana, vinculada históricamente al resto de España, con intelectuales a izquierda y a derecha contrarios al referéndum de Puigdemont, porque lo consideran una estafa. La realidad es que los políticos nacionales siempre se pusieron de perfil con Cataluña, y ahora llegan tarde a tomar cartas en el asunto. La realidad es que, sobre todo estos días, la Justicia está actuando como nunca antes para frenar a los independentistas. No existe un problema con la lengua catalana, ni con las demás que se emplean en España. El problema lo crearon quienes influyeron en las aulas y vincularon el idioma regional con el sentimiento nacionalista. Ahí fuera, Europa ignora los tejemanejes del Govern; la comunidad internacional observa con memoria de mosquito lo que nos pasa. Esta es la realidad, hijo. La consulta ilegal nos duele sólo a nosotros, así que sólo a nosotros, evidentemente, nos corresponde resolver el entuerto. La realidad, hijo, es que España no es solo Rajoy; Cataluña no tiene el rostro de Puigdemont. Nuestro enemigo se llama nacionalismo, una ideología de resentidos, responsable de dos guerras mundiales. Al final, ya lo ves, no somos nadie. Estamos todos juntos en este globo terráqueo tuyo, a punto de ebullición. Como dijo el literato, el nacionalismo se cura viajando».
- El de Cataluña..., ¿ése también se cura?
- ¡Para ya de mover tu mundo, que me bajo!
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