Ely del Valle
Cero en estrategia
No acertó el PP con su campaña electoral y no acierta ahora ofreciendo su apoyo a la investidura de Díaz a cambio de que ella se comprometa a dejar que gobierne la lista más votada en los ayuntamientos. Cualquier iniciativa que pueda parecer un contubernio entre los dos grandes partidos para asegurarse el poder, tiene muy mala venta. Susana lo sabe, y por eso no ha tardado ni medio en rechazar la oferta, poniendo en evidencia a Moreno Bonilla.
Si el PP se hubiera mantenido en lo que hasta hace cuatro días defendía, es decir, en votar en contra, hubiera obligado a Podemos y a Ciudadanos a posicionarse, con el consiguiente desgaste que eso supone. De esta manera, lo que ha hecho es darles un argumento estupendo para criticar lo que consideran una proposición indecente. Ellos también han puesto condiciones, pero todas, dicen, en beneficio de los ciudadanos. No es lo mismo, afirman, exigir la dimisión de corruptos o la paralización de los desahucios que fiar el apoyo a la investidura a cambio de que tú no me quites mis cortijos. Suena a cambalache bajo mano, a trueque poco honorable, a blanqueo de voluntades. Si los populares han vendido la corrupción andaluza como causa directa del socialismo, no pueden ahora apoyar a su líder. No es de recibo.
Con su estrategia el PP no sólo no ha conseguido que sean los demás los que se pringuen sino que quien ha quedado pringado es, de nuevo, el candidato novato. Si Susana no acepta, como asegura, el voto en contra de los populares será leído como un voto de venganza y no de convicción, y si Susana, a última hora no tuviera más remedio que aceptar, la abstención alcanzaría la dimensión del plato de lentejas bíblico con el que se compran y se venden primogenituras. Era tan fácil como no haber abierto la boca hasta que los demás lo hicieran. Sólo eso.
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