Alfonso Ussía
«Cherchez la femme»
Cada vez que se acercan unas elecciones, ya sean generales, autonómicas o municipales, a Rajoy le crecen los enanos. Demasiadas casualidades. Hay que buscar más en la causalidad que en la casualidad. No pretendo erigirme en un defensor de Rajoy, que por otra parte sigue ganando con holgura las elecciones. Holgura, que no mayoría absoluta. Sube el PP en las encuestas, y surge De Guindos con sus propuestas. Desciende el PP. Retoma la senda de las buenas expectativas, y el Supremo decide investigar a Rita Barberá. ¿Quién es el responsable de la cocina? ¿Se trata de un responsable o de una responsable? Intuyo maniobras en las bambalinas. Me recuerda al caso de Cifré de Caldas.
Cifré de Caldas era el más inteligente de la clase. Y el más estudioso. Afable y buen colega. Pero carecía de influencia y fuerza para hacerse respetar por el resto de sus compañeros. La influencia y la fuerza se habían reunido en un personaje insignificante, gris, con rumbo y sin ideales. De una frialdad finlandesa. Y cada vez que se acercaban los exámenes, parciales o totales, emergían los rumores y los chismes que afectaban al sensible y estudioso Cifré de Caldas. Con anterioridad al inicio de las clases aparecían sobre los pupitres de los alumnos cuartillas mecanografiadas. «Cifré de Caldas. Su madre fue detenida en una casa de prostitución». Y Cifré suspendía el examen de una asignatura que se sabía de memoria y de pe a pa. El insignificante sin ideales ni principios, obtenía un sobresaliente. Lo sorprendente es que Cifré de Caldas confiaba en el traidor. «Es incapaz de hacerme daño. El culpable es otro, pero me da pereza averiguarlo». Porque Cifré de Caldas, fuera del estudio y los deberes, era flojo, indolente y más aficionado al deporte impreso que al activo.
Se decía que el compañero malvado tenía un informador externo que había trabajado en la Brigada Social del Régimen. De sus informaciones se nutría el taimado para doblegar la resistencia anímica de Cifré de Caldas. Traducía el latín y el griego a la perfección, y Virgilio y Homero no se oponían a su donaire traductor. Pero el día del examen final de latín, surgieron de nuevo las cuartillas mecanografiadas. «El Padre de Cifré de Caldas fue condenado en 1961 a seis meses de prisión por estafa. Pagó las reformas de su casa con un cheque sin fondos». Y Cifré de Caldas suspendía mientras el malvado obtenía otro sobresaliente. No obstante, Cifré de Caldas zanjaba cualquier discusión al respecto. «Es mi mejor amigo, siempre he contado con su ayuda y no tolero que se dude de su honestidad».
Cifré de Caldas terminó visitando a un psiquiatra después de ser expulsado del colegio, porque según otros papeles distribuídos en la clase «el padre de Cifré de Caldas desertó en la Guerra Civil y vivió a cuerpo de rey en la embajada de Dinamarca». Con Cifré de Caldas fuera del colegio, el malvado se apoderó de la voluntad de sus compañeros y sembró el terror en la clase. «Mi informador sabe todo de vuestras familias, y si no lo sabe, se lo inventa. Quiero ser elegido Delegado de Curso». Y lo logró, a costa del miedo y del cadáver ambulante de Cifré de Caldas, que seguía confiando en él.
Muchas casualidades. Creo que Cifré de Caldas puede compararse con el confiado Rajoy, aunque don Mariano no haya visitado al psiquiatra. Y es necesario averiguar quién es el responsable de las noticias que perjudican, siempre en períodos electorales, sus expectativas. Alguien desea terminar con Rajoy para quedarse con todo el poder del melindroso Partido Popular. Dicen que cuenta con toda la información posible y probable, y que la distribuye en los medios de comunicación con soltura y eficacia. Hay que buscar al informador. O «cherchez la femme».
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