Jesús Fonseca
Compromís de Casp
Acuerdo, concordia, generosidad. Tres herramientas imprescindibles para esta hora de España. Una «divisa para los políticos de todos los tiempos», en palabras del Príncipe de Asturias, esta semana, en la capital del Bajo Aragón. Vale la pena reparar en la intervención de Don Felipe en Caspe, más que nada por que, así como el que no lo quiere, el Príncipe aporta sensatez para nuestro día a día, cada vez que abre la boca, a la hora de reconocer la realidad y atrevernos al cambio con entusiasmo, con buen sentido. En el mismo escenario en el que hace 600 años, aragoneses, catalanes y valencianos, fueron capaces de ponerse de acuerdo para resolver pacíficamente, quién debería ser el heredero al trono de la Corona de Aragón, Don Felipe quiso rescatar, como sí cualquier parecido con la realidad no fuera pura coincidencia, la capacidad de aquellas personas para superar por la «vía de la justicia, la negociación y el pacto», aquella situación que amenazaba con hacer saltar todo por los aires.
Por si alguien pudiera interesar, el Príncipe recordó también que aquellos pueblos tenían el sentimiento de «ser partes de un todo compartido» y que su «impulso de fortalecimiento individual tenía como objetivo hacer más fuerte al conjunto». Nos conviene a unos y otros que alguien nos refresque la memoria de vez en cuando. Más que nada por qué preciso es no olvidar -así lo proclama toda nuestra historia- que somos «indisciplinados y apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores», como gustaba insistir el universal aragonés, Don Santiago Ramón y Cajal.
✕
Accede a tu cuenta para comentar