Con futuro

¿Quién dijo que no tenemos futuro? ¡Pues claro que lo tenemos! No lo duden. Será porque lo veo en los ojos de la gente con la que me cruzo cada día en la calle o que, por suerte para mí, no concibo vivir sin celebrar la vida, pero estoy persuadido de que la inmensa mayoría de los españoles tienen el corazón y la cabeza felizmente demasiado limpios, todavía, como para quedarse de brazos cruzados ante quienes proclaman el fracaso de nuestra convivencia y porvenir. Horas buenas y horas malas hemos tenido siempre. Nunca a los españoles nos han regalado nada. Ni nos lo han puesto tampoco fácil, como a otros vecinos nuestros. Al contrario. Pero no caigamos en la queja estéril. Es hora de movilizar los recursos de la nación. De buscar el acuerdo para este peliagudo trance. Si algo no necesitamos son quejicas y malintencionados. Aquí no hay sitio para profetas de catástrofes, lloricas, caudillos y mequetrefes que no tienen idea de qué va esto. Por que, si de algo va, es de no aceptar cualquier cosa que nos quieran vender para empujarnos a una situación límite. España sigue siendo un país solvente, sólido, con futuro. Los españoles estamos dando pasos ejemplares ante una crisis feroz. Es mentira que no haya margen; que no podamos hacer otra cosa que sufrir o irnos al garete. Importa lo que importa. Y ahora, ahora mismo, lo que importa es no desentendernos de las desdichas ajenas; echar una mano a débiles e indefensos. Aupar la vida con todo lo bueno que conservamos, que es mucho. Somos más, muchos más, los españoles que tenemos fe en España que los que no. Y nadie nos va cambiar los valores del vivir.