Ely del Valle

Con mochila

La Razón
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Manuela Carmena y su equipo acaban de pasar por su primera crisis de Gobierno antes de gobernar, que es lo último que la nueva alcaldesa se podía imaginar cuando, tras las elecciones, se le preguntaba por la primera medida que pensaba tomar en cuanto tomase posesión del cargo. El culpable de que la jueza haya empezado legislatura teniéndose que tomar un par de aspirinas ha sido un ciudadano al que ya se le conoce como el Zapata más famoso de la Historia, con permiso de don Emiliano. Éste, que se llama Guillermo y sabe latín como demostró al prometer su cargo con un «omnia sunt communia» , ha comenzado su carrera municipal siendo nombrado ex concejal de Cultura gracias a unos cuantos tuits que han servido para recordar a quienes tanto han presumido de llegar a las instituciones sin mochilas que también ellos tienen un pasado que no hace falta que esté ligado al ejercicio de la política para que les pase factura.

Zapata no sólo ha tardado más de la cuenta en renunciar sino que lo ha hecho a medias, olvidándose de que las críticas no le llegan por un mal ejercicio de sus no catadas responsabilidades al frente de una determinada concejalía sino por la ausencia de la más simple noción de lo que significa la sensibilidad humana, que es algo que incapacita a cualquiera para ejercer de representante de los ciudadanos. Si la nueva manera de hacer política que se nos ha estado vendiendo significa aferrarse al acta, estamos ante un fraude de inmensas proporciones que echa por tierra los cientos de discursos sobre los que los movimientos ciudadanos se han aupado hasta las instituciones que tanto han criticado. No es por ser agorera, pero, visto lo visto, es posible que el Cambio, con mayúscula, sólo sea un espejismo. El problema es que lejos de desvanecerse, nos va a tocar convivir con él cuatro largos años.