Con o sin IVA

Cuando el ministro de Hacienda lanza allá donde le escuchan la acusación, centrada en muy determinados colectivos, de que no se cumple con el fisco, es más que probable que, sin faltarle un alto porcentaje de razón, convenga, sobre todo para evitar malentendidos, ser más explícito y así evitar la fácil conclusión de estar haciendo oposición a la oposición, con unos datos que se manejan en régimen de privilegio.

Es cierto que, por ejemplo, partidos y representantes políticos debieran mostrar un sentido más meridiano de la transparencia fiscal, pero conviene recordar que ya pasaron aquellos tiempos en los que había que sentar –con toda justicia– a una famosa tonadillera en el banquillo como gesto ejemplarizante ante quienes tuvieran la tentación de engañar al erario público.

Desde aquel «Hacienda somos todos» que adquirió un especial impulso tras el juicio público a «La faraona» y su no menos popular «yo no sabía, señor juez, ni que debía dinero ni que había que pagar», han pasado muchas cosas, por ejemplo, que la asignatura del fraude fiscal sigue pendiente. Y ha pasado también que los de siempre sujetan el peso de la crisis y el consiguiente descenso en la recaudación pagando más impuestos, léase especialmente IVA e IRPF .

Por eso no estaría de más un mayor control del «con IVA o sin IVA» y un mayor cerco a las picarescas hispanas, aparte de perseguir escuálidas minutas de conferencias periodísticas y otras menores pero mediáticas anomalías.

Con lo que se defrauda en España durante un año, podría costearse con creces toda la nómina de casi cuarenta mil millones de euros que se tragará la prestación por desempleo. No es mal arranque para dirigentes como Cayo Lara, que antes de exhibir fútiles moralinas, bien podría reparar en los «pufos» de su IU con la Hacienda que somos todos.