Crisis migratoria en Europa

Conciencias congeladas

La Razón
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Es una vergüenza que nos suceda a nosotros, garantes de la democracia y la libertad en esta casa carísima de sostener, llamada UE. Inadmisible que estemos tan decididos a hacer piña para defender nuestra identidad comunitaria, para combatir el terror yihadista y los populismos extremos y, sin embargo, con el problema creciente de los refugiados miremos a otro lado mientras nos envuelve este insoportable frío polar. La imagen insólita del zorro alemán congelado, incrustado en un bloque de hielo junto al Danubio, ofrece una mínima idea del temporal siberiano que se ceba estos días con tantos miles de personas varadas, en la antesala de una muerte posible, en condiciones humanitarias indignantes allá por Grecia y Serbia. Una decepcionante Bruselas se está limitando a culpar del drama humanitario a la ineficacia de los países donde se concentran estas personas. Países –todos lo sabemos– desbordados, lo mismo que ACNUR y el resto de las organizaciones humanitarias que prestan allí auxilio y alzan la voz. ¿Qué más tiene que ocurrir esta nueva semana bajo la nieve, a menos 15 grados? Señores políticos europeos, ¿en qué momento se les ha congelado la conciencia? ¿En serio no disponemos de un plan B para acoger a más refugiados o para acelerar su proceso de reubicación? ¿De verdad somos tan ineficaces? Sé que de nada sirven estas preguntas retóricas y este pataleo, pero tanta pasividad institucional me saca de mis casillas. Sé también que aquí ya tenemos nuestras propias preocupaciones: abordamos una semana trepidante en lo político, hoy mismo con Patxi López, emergido en el tablero socialista; Dolores de Cospedal en el Congreso, hablando del Yak42; Luis Bárcenas declarando y revolucionando la Audiencia Nacional. Por si fuera poco, el próximo viernes Donald Trump se convertirá en el presidente número 45 de Estados Unidos y acaparará todas las atenciones planetarias, para bien o para mal. Asumo la enorme repercusión de estos y otros asuntos, pero el alma la tengo encogida ante semejante urgencia humanitaria. Además de haber ido en su momento a los campos de refugiados para hacerse la foto con ellos, esperaba que ciertos políticos europeos con capacidad de mando, como Martin Schulz, se iban a implicar más a fondo en el problema. Está claro que él y otros tantos no lo hicieron. En caso contrario, hoy no estaríamos viendo a tantos seres humanos muriendo de frío. Desahuciados en el primer mundo.