César Lumbreras
Condesa a la fuga
Me veo obligado a salir en defensa de la que era condesa consorte de Murillo, a la que algunos malintencionados están criticando estos días, tras su designación por Mariano Rajoy como candidata del PP a la alcaldía de Madrid. Argumentan esos malandrines que Esperanza Aguirre se pasó varios meses, a principios de 2011, pidiendo el voto a los ciudadanos de esta Comunidad para seguir siendo su presidenta durante cuatro años más. Destacan esos malignos que, cuando la condesa consorte se dio a la fuga en septiembre de 2012, todavía no se había cumplido un año y medio desde las anteriores elecciones y de su petición de voto. Argumentan de manera retorcida y torcicera que, en ese momento, no explicó las razones de su dimisión, y que tampoco lo ha hecho después. No contentos con eso, los pérfidos no se creen que fuera por razones de salud, como se insinuó desde su entorno por aquellos días. Para sostener su tesis dicen los malpensados que, si hubiese sido por problemas graves de salud, también debería haber dejado la presidencia del PP de Madrid, cosa que no hizo, y abandonado toda actividad política, incluida la guerra declarada a Rajoy. Ese grupo de enredadores aprovecha ahora la ocasión para recordar la firma de un contrato con una empresa de cazatalentos radicada en Cataluña y la permanente actividad de todo tipo que ha mantenido desde entonces la condesa que se dio a la fuga. Ante todas estas infamias, no me queda más remedio que defenderla: Esperanza Aguirre dimitió porque quiso y, si ese colectivo sigue en ese plan, es muy capaz de ganar las elecciones, tomar posesión como alcaldesa y darse a la fuga otra vez al día siguiente. Ella está por encima de todo.
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