Política

Francisco Marhuenda

Continuidad y nuevos tiempos

Continuidad y nuevos tiempos
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La normalidad institucional se refleja muy bien en la imagen de la primera reunión del Rey con el presidente del Gobierno en el despacho que hasta el miércoles ocupaba Don Juan Carlos. Los objetos personales de Felipe VI se pueden ver en las estanterías o en la mesa mostrando que la sede de la Jefatura del Estado tiene un nuevo inquilino que refleja tanto la continuidad, una de las características más importantes de la Monarquía, como los tiempos nuevos. La Corona es símbolo de la unidad y la permanencia del Estado, con un papel moderador y arbitral en el funcionamiento regular de las instituciones. El Poder Ejecutivo corresponde al Gobierno, pero esto no deja desprovista de funciones a la Jefatura del Estado, como sucede en otras Monarquías constitucionales, porque hay cuestiones implícitas y explícitas que ponen en valor su enorme utilidad. Hay Repúblicas donde el papel del Jefe del Estado tiene similares características a la Corona, pero que todo el mundo reconoce que su necesidad y eficacia. No es una figura ornamental y su experiencia, basada en esa continuidad, siempre resulta muy conveniente. Es cierto que la proyección internacional es el campo idóneo para desarrollar un papel clave en beneficio de los intereses de España. Al igual que en el resto de Monarquías constitucionales, hay situaciones donde una figura independiente y al margen de la legítima confrontación entre partidos permite desarrollar ese papel moderador y propiciador de acuerdos que se mantiene dentro de las previsiones constitucionales. Don Juan Carlos lo ejerció con notable acierto y Felipe VI lo hará también porque tiene una amplia experiencia, pero también ha podido observar cómo actuó su padre. Las referencias a su abuelo, el rey que no pudo reinar, muestra que la idea de ser el Rey de todos los españoles es lo que impulsa a una persona que se ha caracterizado siempre por su profundo sentido de la responsabilidad. Al igual que hacían sus antepasados cuando asumían la Corona y recorrían todos los territorios, ahora le toca, precisamente, hacer lo mismo con la ayuda de la Reina. No hay nada más útil para un Rey que estar con sus conciudadanos. Es recorrer, como hizo mientras fue el Príncipe de Asturias, una y otra vez las comunidades, porque su proximidad, simpatía y sentido común son las mejores bazas para que la Corona recupere los niveles de popularidad que tuvo siempre.