Alfonso Ussía
De fuera
Parece inevitable y próxima la investidura de Rajoy. A pesar del triunfo del PP en las últimas elecciones, gobernará con una minoría abrumadora. O pacta con el PSOE y Ciudadanos, o en seis meses los españoles iremos de nuevo a las urnas. Seis u ocho meses dan para mucho, y el PSOE se puede recuperar, lo cual sería una buena noticia para España y el sistema democrático. Ciudadanos está perdiendo su identidad por culpa del amor. La inteligente y estupenda Inés Arrimadas se está dejando influir por su marido, que es separatista catalán. «Serás como quien amas y como quien duermas». Una lástima que la influencia del amado se haya impuesto a la firmeza de la amada. Y por Madrid también suenan violines y vuelan las flechas de Cupido. En Podemos se está acercando el día de la gran contienda. El violento arrepentido, Errejón, contra el violento orgulloso de su violencia, Pablo Iglesias. Las urnas contra la calle. ¿Y el PP? En el Partido Popular se espera la mínima restructuración. El Gobierno cambiará en dos o tres carteras, y todo seguirá igual. Rajoy perderá la oportunidad de impulsar un cambio que salve al Partido Popular de la aburrida mediocridad. Rajoy perderá la oportunidad de incorporar a la gestión del Estado a personas independientes de las infecciones partidistas y lejanas a las escaleras de la ambición personal. Si lo hace, perderá su último tren. Acabó con la mejor cabeza de la economía española, Manuel Pizarro, al que desconsideró y humilló sin límite. Un Gobierno en el que Moragas sustituya a Margallo, no es un Gobierno remodelado, sino empeorado. Un Gobierno en el que mantenga su omnímodo poder Soraya, no es un Gobierno remodelado, sino el mismo Gobierno. Y en seis u ocho meses, la tendencia al alza del PP puede cambiar del alpinismo a la caída libre.
Ana Pastor, que podía hacerle sombra a Rajoy –a pesar de su demostrada lealtad al presidente–, ya ha sido enclaustrada en la presidencia del Congreso. Alberto Núñez Feijóo, al que todos señalan como el deseado y próximo dirigente del Partido Popular, ha vencido con mayoría absoluta en Galicia y cumplirá con la confianza recibida. Otro que se aparta obligado por las hábiles circunstancias. Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, también hacia arriba, pero receptora de los odios sorayinos. Es probable, que en un alarde de imaginación y arrojo, Rajoy incorpore al Gobierno al joven Arenas. En una sociedad como la española, todavía en trance de salvación, hay muchas mujeres y hombres afines a la ideología liberal-conservadora y la socialista capaces de gobernar con brillantez sin depender ni pertenecer a un partido político. Es más, la clase política española conoce que su prestigio está por los suelos. Un Gobierno del PP formado en gran parte por personas de prestigio leales a la idea y no sometidas al partido, nos ayudaría a muchos a volver a confiar en Rajoy. Pero un Gobierno de partido, con el desastroso rendimiento y nefasta evolución que dicho partido ha protagonizado, carecería de toda credibilidad. Entiendo que aquellos que llevan años y años trepando por las paredes del edificio de la calle Génova, reclamen por lo suyo. Pero lo suyo no es nada comparado con lo nuestro. Y lo nuestro es España y su gobernabilidad, España y su futuro, y España y su resistencia a quienes desean destrozarla. Un Gobierno en el que destaquen personajes independientes próximos al PP, al PSOE o Ciudadanos, y que no militen ni en el PP, ni en el PSOE ni en Ciudadanos. Un Gobierno de la inteligencia, no de las ambiciones personales. España no está en condiciones de volver a las urnas en pocos meses. Y si el Gobierno de Rajoy es del PP y sólo del PP, que vayan distribuyendo las urnas por los colegios electorales. Un Gobierno inteligente y generoso, abierto a los que están fuera de las disputas domésticas del arribismo.
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