Paloma Pedrero

Dependientes

Es tremendo, pan amargo, depender de los otros para poder sobrevivir. Pónganse en la situación. Hagan un ejercicio de empatía e imaginen que otro, generalmente otra, tiene que levantarte, vestirte, bañarte, acompañarte a la calle... Imaginen por un momento la impotencia que se debe sentir al no poder ser libre para actuar, para hacer lo que tu cuerpo o tu mente te demanda. Es tremendo, pan amargo, saber que otra persona querida tiene que tirar con lo suyo y con lo tuyo. Porque vivir no es fácil para nadie. Porque salir adelante es, a veces, un acto heroico.

Debe ser tremendo sentirse una carga de alguien. Una carga más en una vida llena de pesos y pesares.

Piensen ahora en ser la persona responsable de la otra, de la que no tiene o ha perdido la destreza física o psíquica para ser independiente. Mucho braveza y mucha bondad hay en esos cuidadores. Mucha soledad y desesperación. Es tremendo sentir que, además, la sociedad no te lo agradece. Y más tremendo aún es pensar que el Estado se compromete con ayudas que no acaba de dar. Atención a estos datos del último dictamen del Observatorio de la Dependencia: En España hay 1.216.341 personas en situación de dependencia reconocida, el 2,6 % de la población. Pues bien, el 40 por ciento de estas personas, 500.000, no recibe ninguna prestación o servicio del sistema de atención a la dependencia. Y un dato más, uno de cada cinco murió sin haber recibido la prestación que le correspondía.

Además de tremendo es cruel e ilícito. Si un gobierno es capaz de recortar presupuesto y hacerse el sordo en estos asuntos, es un gobierno psicópata. Sin corazón.