Editorial
Los Reyes, modélicos servidores de España
La modélica ejecutoria se ha plasmado además en la modernización de la Casa Real, especialmente significativa y aleccionadora en cuanto a la transparencia y la contención presupuestaria que ya quisiéramos, por ejemplo, en el caso del Gobierno
Los Reyes celebran la próxima semana el 20 aniversario de su boda. El 22 de mayo de 2004 tuvo lugar el enlace del heredero al trono que una década después se convertiría en Felipe VI. Nada hacía pensar aquella jornada lluviosa sobre la cantidad de acontecimientos que se precipitarían sobre la pareja y que pondrían a prueba su capacidad, tenacidad y sabiduría para afrontarlos y superarlos. Al echar la vista atrás, en la hora de los balances, sin lugar a dudas, hablamos de una historia de éxito tanto en su faceta personal como en su vertiente institucional y pública. Solo aquellos que se mueven en discursos sectarios y que están presos de la ceguera del extremismo ideológico que comparte espacio con el rencor y la envidia cuestionan hoy a los Reyes convertidos en extraordinarios servidores de España y los españoles gracias a su duro trabajo diario y al firme compromiso con el bien común. No sorprende, por tanto, que la Corona sea hoy la institución mejor valorada por los ciudadanos y que se hayan ganado el creciente afecto, cariño y respeto de los españoles sobreponiéndose al deterioro provocado en los estertores del reinado de Juan Carlos I o a convulsas situaciones como la provocada por el caso Nóos. El magnífico sentido del deber y la rectitud y el compromiso públicos demostrados fueron y son guías cruciales y definitivas para acertar con la conducta precisa y la respuesta adecuada. Estas dos décadas, especialmente en la segunda, han sido pródigas en acontecimientos traumáticos que han puesto a prueba principios, derechos y certidumbres que pensábamos blindados dentro y fuera de nuestras fronteras. La pandemia, la guerra en Ucrania o el golpe contra el orden constitucional en Cataluña se convirtieron en un desafío para todas las instituciones y también para la Jefatura de nuestro Estado. La declaración unilateral de independencia separatista legó a los españoles la impecable imagen de la respuesta de un Rey constitucional, firme y ejemplar en sus principios y valores, en una página para la historia de una de las naciones más antiguas del mundo. En estos años el clima político no se ha desenvuelto en términos de responsabilidad e integridad democráticas. Ha contrastado con la autoridad de la magistratura y la talla moral de Don Felipe y Doña Letizia. Que se haya cuestionado la institución y la obra de los Reyes desde el propio Gobierno y desde los aliados de la Presidencia sin una firme réplica desde el poder político retrata una anomalía tóxica que los monarcas han sabido manejar con diligencia, templanza y mesura. La modélica ejecutoria se ha plasmado además en la modernización de la Casa Real, especialmente significativa y aleccionadora en cuanto a la transparencia y la contención presupuestaria que ya quisiéramos, por ejemplo, en el caso del Gobierno. La Princesa Leonor y la Infanta Sofía brillan como imagen y referencia de una familia que no solo merece respeto, sino que se ha ganado la admiración de toda la gente de bien.
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