Alfonso Ussía

Desaire

La Razón
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He sido desairado. Siempre me comporté con ella con toda corrección. Cuando Luis Del Olmo recurrió a su medida, elegancia e inteligencia para adornar con su bellísima voz sus tertulias de «Onda Cero», me pidió opinión y se la di de inmediato: «Creo que las hay peores», le dije, sin simular mi admiración por ella. En aquellos tiempos era castaña, pero ahora puede ser confundida con la hermana gemela de Messi. Un rubio natural, de trigo cosechado a orillas del Danubio, que es el trigo dorado por excelencia, el Pan de Viena. Es mujer de muy sensible educación. Jamás alza la voz, respeta las opiniones no coincidentes con la suya, y en privado es muy dada a elogiar el buen carácter de los gatos. Como su categoría intelectual, su moderación en la palabra y su equilibrado mensaje así lo merecían, el conde de Godó consideró justo y conveniente abrirle las páginas de «La Vanguardia», diario en el que ha triunfado plenamente. Es arrolladora. Como dijo el inolvidable Valentin de Trois Chateaux-Sur le Lac, «una femme de bandiére que reste le hipe», que traducido literalmente significa «una mujer de bandera que quita el hipo». La última vez que nos vimos, en Burgos, donde Luis Del Olmo dirigió su programa «Protagonistas» desde la catedral gótica de la Cabeza de Castilla, me lo prometió: «Si algún día organizo una paella en mi casa, siempre estarás convidado y serás bien recibido. Te lo juro por el gato». Y ahora me entero de que ha organizado un fiestón en su casa, y no me ha convidado, y menos bien recibido. Y lo juró por el gato.

Pilar Rahola, sirena de mis mares, antaño castaña, hogaño rubia como la familia Messi. Me has privado de la fiesta del año. En tu modesta casa de Gerona has recibido al presidente Puchdamón, que acudió a la cita con la señera cubana, la de la estrellita. Has recibido al que fuera presidente del «Barça», Joan Laporta, que en privado, en distancias cortas, es un gran animador de guateques. Has recibido al comisario jefe de los Mozos de Escuadra, Josep Lluis Trapero, Pepe Trapero en su juventud, y a un numeroso grupo de hombres y mujeres de innata distinción y lograda hermosura. Y les has ofrecido una paella de tronío, y en la sobremesa, con esa espontaneidad que te caracteriza, le has puesto en las manos al presidente Puchdamón una guitarra española para que acompañara la interpretación de «Let it be», que resultó preciosa. Y hasta ahí mi información. Ignoro lo que sucedió más tarde, pero de lo que estoy seguro es que, con el jefe de los Mozos de Escuadra, cuerpo creado por el Rey Felipe V de España, entre los invitados principales, ninguno de tus huéspedes fue sometido al abandonar tu hogar al preceptivo y recomendable control de alcoholemia, que en alguno de los invitados se antojaba oportuno en beneficio de todos los automovilistas que rodaban en aquellos momentos por las carreteras de Gerona y Barcelona, fundamentalmente.

Me has desairado. En el mes de agosto no soy partidario de desplazarme y dejar atrás mis paraísos montañeses. Pero por ti lo habría hecho. Me has privado de tu hospitalidad sin valorar las muchas ocasiones en las que os he defendido de injustos y maledicentes desafectos hacia ti y al gato. Me has robado la emoción de vislumbrar en vuestros cauces oculares el nacimiento de las lágrimas patriotas cuando Puchdamón desplegó la grímpola que comparte con catalanes tan puros como Gabriel, Rufián, Baños, Fernández y Pisarello. Y has perdido la oportunidad de sumarme a los tuyos, porque jamás te perdonaré el desaire de no haberme invitado a tu festolín.

Cuando vengas a Madrid, no me llames. Nuestra relación ha terminado para siempre. Y no recurras al conde de Godó para que intente convencerme y cambie de postura. En los últimos años nos hemos distanciado por motivos que nunca te revelaré. Él los sabe, y también el Rey Padre y los Grandes de España y Títulos del Reino, por reducirte el número de los enterados. Como dijo en su lecho de muerte Robert de Trois Chateaux- Sur le Lac, hermano menor de Valentin, «la vie est la lumiére, mais aussi la deception», es decir, «la vida es la luz pero también la decepción», último pensamiento de un gran hombre que siempre me emociona recordar. Te deseo que no sufras contratiempos, y que igualmente tú que el gato tengáis un agradable y sereno atardecer. Pero lo nuestro, Pilaret, Pilareta, ya no tiene futuro. ¡Con la ilusión que tenía de conocer personalmente a Puchdamón, Laporta y Pepe Trapero! En fin, te dejo estas líneas como unas flores tristes en forma de elegía.