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La Razón
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Francisco no es un hombre que suelta palabras sin ton ni son ni hace promesas que luego no cumple. Tardará más o menos –los tiempos de la Iglesia nunca han sido rápidos– pero, en lenguaje popular, es de los de «a lo dicho pecho». El pasado 12 de mayo en un diálogo abierto que mantuvo con las participantes en la Asamblea Plenaria de las Superioras Generales, como respuesta a algunas interpelaciones que se le hicieron, expresó su intención de «constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión» (del diaconado de las mujeres) «sobre todo en lo que se refiere a los primeros tiempos de la iglesia».

Cosa hecha: el 2 de agosto la Sala de Prensa de la Santa Sede anunció que «Su Santidad ha decidido instituir la Comisión de estudio sobre el diaconado de las mujeres». Es un paso muy significativo. Y no lo es menos que de los doce miembros que la componen, seis sean mujeres y el resto varones (la presidencia ha correspondido al jesuita español Luis Francisco Ladaria que es el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe). Entre la seisena femenina figura una española Nuria Calduch-Benages, especialista en todo lo que se refiere a la Biblia y miembro de la Comisión Bíblica. Las otras mujeres son la única rectora de una Universidad Pontificia Romana sor Mary Melone y cuatro profesoras de diversas universidades. La Comisión empezará a trabajar finalizado el verano y, como es fácil de comprender, no llegará a formular sus resultados hasta que pase un cierto tiempo. Tampoco hay que meter prisas en un asunto que a muchos les parecía tabú y que, cuando por ejemplo lo abordó en un Sínodo el difunto cardenal Carlo Maria Martini, se echó tierra al asunto.

Sea el que sea el fruto de los trabajos de esta Comisión lo indudable es que la mujer no puede seguir postergada dentro de la Iglesia donde juega un papel fundamental. Acabamos de comprobarlo en la JMJ de Cracovia donde la presencia femenina ha sido muy numerosa y activa.