Julián García Candau
Dignidad y dinero
En Valencia hay poca gente que entienda lo que sucede en Mestalla. A los problemas económicos, que no son únicos en España, se han sumado los sociales. En trece días se han quedado sin el presidente del club y sin el de la Fundación. Manuel Llorente se marchó porque quien tomaba el mando en la Fundación, dueña de la mayoría de acciones, Federico Varona, le anunciaba disminución de su poder y estrecha vigilancia de todas las decisiones incluidas las deportivas. Varona, candidato auspiciado por la Generalitat, que ha tenido que pagar a Bankia los intereses del crédito a la propia Fundación, se había proclamado gran reformador y había hecho promesas que parecen incumplibles desde el punto de vista jurídico. Barça, Madrid, Athletic y Osasuna celebran elecciones en las que cada socio vale un voto. Las demás entidades son sociedades anónimas y cada accionista no vale un voto. La Fundación, que iba a dirigir Varona, tiene peso específico para, en asamblea, votar una candidatura, consecuentemente ganadora. El eslogan de la democratización del Valencia ha tenido buena acogida y el dimisionario se ha ido a casa dejando la sensación de que es un idealista a quien han coartado su política. Como me recordaba un amigo, llevar la democracia política a la económica es, como decía Ortega y Gasset, «democracia morbosa». La consigna de algunos aspirantes es no vender el club. Consideran indignidad la llegada de inversores foráneos, objeción que no hicieron el Chelsea y el PSG.
Posdata. La dignidad es más útil con dinero.
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