Enrique López

Discurso Real y valiente

La Razón
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Su majestad el Rey pronunció un excelente discurso con motivo de la solemne apertura de la XII Legislatura, un magnífico discurso, de esos que resuenan y resonarán por mucho tiempo, tanto por su impecable factura como por su importante contendido. El Rey expuso infinidad de menciones al diálogo, a la regeneración, a la nueva política y la responsabilidad de los distintos partidos para llegar a acuerdos, algo resaltado y puesto en valor, y además añorado y reclamado por el Pueblo español; en definitiva, formalizó una apelación a los valores de generosidad, responsabilidad y entendimiento, algo que por lo visto ha molestado a algunos, lo cual no le resta ni un ápice de importancia y trascendencia, que pasará a formar parte de unos de los hitos históricos de su Reinado. España, como el resto del mundo, se enfrenta a un momento complejo, quizá no más difícil que otros, pero si lo analizamos con cierta perspectiva, no cabe duda de su complejidad, lo cual requiere poner en valor precisamente lo que nuestro Jefe de Estado destaca en su discurso: generosidad para superar los respectivos postulados ideológicos de cada partido, responsabilidad para ejercer tanto una labor de gobierno como de oposición que asuman los retos de una sociedad del siglo XXI sólo teniendo en cuenta los intereses de esta sociedad; y, por último, entendimiento para buscar decisiones comunes, fruto del consenso, que las conviertan en potentes soluciones para asumir y afrontar aquellos retos. En este necesario clima de sosiego y entendimiento, algunos se ven inclinados a someter la vida política a fuertes tensiones, buscando la polarización para conseguir innecesarios enfrentamientos en el seno de nuestra sociedad, de tal modo que surja el adecuado caldo de cultivo del desasosiego y de la frustración. En un momento como este, tan crucial para el mundo, donde se corre el riesgo de avanzar hacia fuertes proteccionismos económicos, con una Rusia buscando cada vez más un papel protagónico, un momento en el que de nuevo se progresa, sin lugar a dudas, hacia los bloques de la guerra fría, con un ámbito islámico en pleno enfrentamiento, con gran parte del continente africano sumido en la más dura pobreza, desesperación y falta de instituciones, se requiere que los grandes países como España apuesten tanto dentro como fuera por el entendimiento, el progreso y la responsabilidad, y no por fútiles e imprudentes juegos infantiles que nos devuelvan de nuevo al localismo fratricida que tanto ha frenado el desarrollo de España. Para ello se debe apostar por el respeto y fortalecimiento de las instituciones, comenzando por la más alta del Estado, como es la Corona, y no despreciar nuestro sistema institucional que es el sostén y seguro de la pacífica convivencia, necesaria para un real ejercicio y disfrute de los derechos fundamentales, y no jugar a hacer política de salón como si se tratase de mesas redondas universitarias. Decía Churchill que el precio de la grandeza es la responsabilidad, y en esta línea George Bernard Shaw decía que no hay libertad sin responsabilidad y por eso algunos temen la libertad; eso sí, poniendo en valor su libertad negando la de los demás.