Julián Redondo

Diseñadores españoles

Los diseñadores de la ACME (Asociación de Creadores de Moda España) saltaron más alto que Ruth Beitia y más lejos que Ana Peleteiro cuando vieron la ropa que sus compatriotas vestirían en Londres (2012), antes exhibida en Singapur (2010). Importaba lo chocante de la indumentaria más que su calidad, su abundancia y los 250.000 euros que Bosco metería cada año en las arcas del COE durante una crisis que arrasó con el 70 por ciento del poder adquisitivo de algunas federaciones porque el ministerio de Wertz, a las órdenes del de Montoro, redujo sistemáticamente las subvenciones.

Esa ropa recibió mejor acogida en Londres que en la España machadiana, y la firma rusa, al no haber podido comercializar el producto donde una mitad del país te hiela el corazón, rescindió el contrato antes de lo previsto, abonó la cuota de 2014 y desapareció. No hay constancia en el COE de llamadas de la ACME para tomar el relevo de los rusos y sí un silencio cómplice ahora que los diseñadores españoles lo tenían a huevo para demostrar que además de geniales son rumbosos. Nada de nada.

Los Juegos de Europa están a la vuelta de la esquina y un poco más allá, los de Río; el COE ha firmado con Joma, marca española, pero no ha podido incluir a los paralímpicos en el acuerdo y éstos se malician que tendrán que pagar unos 400.000 euros para vestirse si alguien no lo remedia. Y no son tiempos para la lírica en el Comité Paralímpico Español que, por unas u otras causas, teme que del puesto 15 de Londres se va a descender en el medallero de Río al 35. Falta de todo: ropa, recursos y el relevo generacional. A ver si los diseñadores españoles se dan ahora por aludidos.