Política

Jesús Fonseca

Doña Letizia: ¡a por ella!

Doña Letizia: ¡a por ella!
Doña Letizia: ¡a por ella!larazon

La quieren como a una funambulista en el alambre enjabonado. La harían picadillo, si pudieran. Si es espontánea, mal; si se muestra reservada, peor. Es una estirada. Todo vale en este juego sucio contra la Princesa de Asturias: impertinencias, medias verdades; cualquier maldad. Apenas se tiene en cuenta lo que realiza. Y si alguien repara en su buen hacer, es un cortesano, un pelota. Sólo despellejarla está bien visto. Se banaliza su trabajo. Hay toda una estrategia para presentarla como endeble y raspa. Y Doña Letizia no es así. Posee valores personales muy considerables, nobles sentimientos. No es de pamplinas, pero tampoco antipática o altanera. Se emplea en lo que haga falta, para sumar y ser útil. Está haciendo lo que toca a conciencia. Cumple sobradamente. Cierto que hay algo que juega en su contra: lo quiere todo perfecto. Y eso es una desmesura. Es ahí donde la buscan. ¿Por qué se pasa por alto lo mucho que ayuda al Príncipe en tantas y tantas cosas, día tras día? Casi nada se dice de esto. De lo que Doña Letizia aporta. Callados como muertos. Pero se pregona que tienen altibajos. Y ¿en qué vida, solitaria o en pareja, no los hay? Calumnia, que algo queda. En España es gratis, o casi gratis, calumniar. Nada más sujeto a vaivenes que una familia. Y luego están todos esos tiralevitas que miran del revés. El enemigo en casa. Pero, ¿qué esconde esta malicia a la hora de enjuiciar a la Princesa de Asturias con tan escaso fundamento e irreflexión? Seamos claros: Doña Letizia está casada con el heredero más valioso y preparado que ha tenido la dinastía de los borbones en toda su historia. Tal vez no haya que hacerse más preguntas.

Doña Letizia: ¡a por ella!