Angel del Río

Donde las dan...

La Razón
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Tanta apología de la okupación, tanto ofrecer edificios municipales a colectivos okupas, que alguien termina creyéndoselo y se lo toma al pie de la letra, actuando a lo grande, como hicieron ayer miembros de un colectivo conocido por su ideología nazi, que protagonizaron una sentada en el espacio acristalado del Palacio del Cibeles, y dijeron que de allí no se movían, hasta ser recibido por algún responsable del Gobierno municipal. Y es que les pareció algo así como una tomadura de pelo, el que dos horas antes de la cita que tenían concertada con la alcaldesa, se les desconvocara. En señal de protesta, realizaron una sentada interior con la amenaza de no desocupar el Ayuntamiento, si no era por la fuerza, o por una respuesta convincente. No hubo que recurrir a la fuerza y fue suficiente con la palabra y la promesa de una nueva fecha. Tanto hacer demagogia oficial del fenómeno okupa, que donde las dan, las toman. Este colectivo acudía con el ánimo de pedir a la alcaldesa que, como está dispuesta a hacer con otros colectivos, les permita la okupación de un inmueble municipal; eso sí, debidamente reformado y acondicionado. Estoy en contra de que se le conceda un espacio público a estos okupas, a este grupo de «onésimosredondo», de la misma manera que, como ciudadano, no quiero que se les de espacio público municipal al otro colectivo de enfrente, a los «patiomaravillas». Unos son radicales de brazo extendido; los otros, del puño cerrado, para que no se les escape nada de lo que puedan pillar. Que unos y otros, se paguen sus garitos; que en vez de okuparlos, se ocupen de alquilarlos con el sudor de su frente, como hace el resto de los ciudadanos. La alcaldesa ha dicho que no está dispuesta a ayudar a colectivos que no respetan los derechos humanos. De acuerdo, señora Carmena, pero no respetar al semejante por cuestión de credo o raza es lo mismo que no respetar las libertades y los derechos de los demás en otros aspectos. Aquí no hay derechos de ultraderechistas ni de ultraizquierdistas, cuando en ambos casos se toman por la fuerza bienes públicos que son de todos.